La defensa democrática: cómo puede Italia liderar la lucha contra la desinformación rusa

La política italiana y sus redes sociales permanecen vulnerables a la influencia rusa. No obstante, existen oportunidades para robustecerse de cara al futuro.

Political organisation (People’s Sovereign Democracy) demonstration in St. Apostles Square to social control masquerading as a health emergency and to disinformation, single thinking, censorship of critical opinions.
Manifestación de la organización política Democracia Soberana Popular en la Plaza de San Apóstol ante el control social disfrazado de emergencia sanitaria, la desinformación y el pensamiento único
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Resumen

  • Una nueva investigación para el ECFR apunta a la presencia de narrativas prorrusas y prochinas en las conversaciones digitales y tradicionales italianas. El estudio revela que las formas de actividad anómalas experimentaron un repunte poco antes de las elecciones generales del país en 2022.
  • A pesar de la conmoción que ha causado en la política exterior italiana la guerra rusa contra Ucrania, los lazos económicos entre ambos países se mantienen. Además, el entorno político italiano sigue siendo propicio para la influencia rusa, ya que los dirigentes de cuatro de los cinco principales partidos del Parlamento son propensos a hacerse eco de los temas de discusión favorables a Moscú o a abogar por la “paz” al tiempo que se plantea la retirada del apoyo militar a Ucrania.
  • Italia ha tardado en establecer las estructuras necesarias para combatir la influencia extranjera. La nueva coalición de gobierno parecía dar poco valor a abordar el problema, pero ahora ha empezado a servirse de los progresos, más considerables, logrados bajo el mandato del ex primer ministro Mario Draghi.
  • Italia debería aprovechar las oportunidades para reforzar la lucha contra la desinformación, como animar a la próxima Comisión Europea a incorporar esta tarea a su mandato e incluir el tema en el próximo programa de la presidencia romana del G7.

La información como arma

Tras la invasión total rusa de Ucrania en 2022, el Servicio Europeo de Acción Exterior advirtió de que Moscú estaba instrumentalizando como arma el hambre y la energía mediante “la manipulación y la desinformación selectiva dirigida a públicos internacionales”. El Kremlin intentó —y sigue intentando— culpar a las sanciones occidentales del encarecimiento de los alimentos y la energía. En el informe se concluye que Rusia pretende sembrar la confusión a través de apoderados y diversas formas de manipulación en las redes sociales para explotar los temas delicados.

A lo largo de las décadas, Italia se ha ganado la fama de ser uno de los países “que entendían a Rusia”. Incluso en estos momentos, los lazos entre algunos políticos y empresarios italianos y sus homólogos rusos siguen siendo bastante fuertes. Durante muchos años, el ex primer ministro Silvio Berlusconi fue partidario de estrechar las relaciones con la Rusia de Vladimir Putin y uno de los más firmes defensores de la adhesión de dicho país al G8 y su incorporación al orden occidental de la OTAN. Otros políticos italianos también han dado muestra de dónde están sus simpatías: por ejemplo, Matteo Salvini, dirigente de la Liga, lo hizo en dos ocasiones, al vestir camisetas de Putin en el Parlamento Europeo en 2015 y en la Plaza Roja en 2017. Las empresas italianas, por su parte, constituyen el 6,3 por ciento de los actores empresariales internacionales aún presentes en Rusia.

En la última década y media, se ha producido un aumento de las tácticas “híbridas” empleadas por Rusia y otros actores como China. Dichas tácticas incluyen el uso y el mal uso de la información en aras de unos objetivos estratégicos más amplios. Las investigaciones de Constella Intelligence recogidas en este policy brief apuntan a que la actividad rusa alcanzó un alto nivel antes y durante la campaña de las elecciones generales italianas del año pasado. Italia llegó tarde a la lucha contra la desinformación, ya que transcurrieron muchos años hasta que puso en marcha las medidas básicas necesarias para empezar a hacer frente a este problema. Tanto el anterior gobierno de Mario Draghi como el actual de Meloni han dado algunos pasos en esta dirección, pero falta mucho por hacer. Y con las elecciones al Parlamento Europeo a solo un año vista —y un mayor escrutinio que nunca sobre qué supondrán para quienes dirigen las principales institucionales de la UE, como la Comisión Europea y el Consejo Europeo—, a las potencias extranjeras les podría resultar atractivo influir en la opinión de países como Italia.

En el escenario de guerra larga al que sin duda tendrá que enfrentarse Europa, la percepción que tengan los ciudadanos europeos del conflicto después de más de dos años de lucha influirá en las decisiones que tomen los gobiernos de los Estados miembros y la propia UE. La experiencia de Italia podría resultar instructiva para entender el impacto político de la amenaza de la desinformación para la democracia, la estabilidad económica y la conciencia social del problema, sobre todo cuando se acercan las elecciones nacionales de otros países miembros como España y Polonia. En las últimas elecciones generales italianas, tres de los principales partidos políticos hicieron campaña sobre las repercusiones de la guerra; dos de ellos forman hoy parte del Gobierno. Los modos en que hicieron campaña sobre estos temas se reprodujeron en las redes sociales, probablemente impulsados por bots y cuentas falsas que ampliaban la difusión de los “temas de conversación” rusos. La exposición de Italia a esta forma de actividad debería presionar a su gobierno para que redoble los esfuerzos en el combate contra la desinformación e ir más allá para poner de manifiesto este asunto en foros y organizaciones internacionales como el G7 y las Naciones Unidas.

Acepciones de desinformación

  • Noticias falsas (fake news): “Reportaje falso sobre acontecimientos escrito y leído en páginas web”, según el Oxford English Dictionary. La finalidad de las noticias falsas no es necesariamente engañar a los lectores o causar daño.
  • Información tergiversada (misinformation): contenido falso o engañoso que se crea o se comparte, no necesariamente con la intención de causar daño, aunque ese acabe siendo el resultado.
  • Desinformación (disinformation): Información falsa o engañosa cuyos difusores la emplean a propósito para causar daño.
  • Manipulación e injerencia de la información extranjera (FIMI, por sus siglas en inglés): término empleado por el Servicio Europeo de Acción Exterior que hace hincapié en la intervención maliciosa subyacente a este tipo de herramienta de guerra híbrida. El Servicio Europeo de Acción Exterior la define como “un patrón de conducta, en su mayor parte no ilegal, que amenaza o tiene el potencial de afectar negativamente a valores, procedimientos y procesos políticos. Dicha actividad es de carácter manipulador, y se lleva a cabo de modo intencionado y coordinado. Quienes llevan a cabo dicha actividad pueden ser actores estatales o no estatales, incluidos sus apoderados dentro y fuera de su propio territorio”.

La desinformación en Italia

Italia tiene un problema de desinformación. Un informe anual publicado por el Comité Parlamentario para la Seguridad de la República italiano (COPASIR) antes de las elecciones generales del país en 2022 reveló que: “La amenaza híbrida rusa sigue manifestándose en los ámbitos informativo, político-diplomático, cibernético y económico mediante la ventaja energética”. Señala que algunos aspectos de este fenómeno se han agravado desde que Rusia invadió Ucrania. Después se describen los modos en que las noticias falsas y otras tácticas fomentan los intentos de influir en los medios y pretenden difundir una imagen negativa de Ucrania, la UE y la OTAN.

Rusia es un actor activo importante, pero no es el único en este campo. En 2022, el Servicio Europeo de Acción Exterior estudió las actividades de China en este ámbito. Constató un “alineamiento en el entorno de la información” entre Rusia y China. También señaló que los medios y las redes sociales estatales chinos “aumentaron la difusión de determinados discursos conspiratorios pro Kremlin”, incluidos los supuestos vínculos de los servicios de inteligencia estadounidenses y el Gobierno ucraniano con las organizaciones neonazis en Ucrania. El Servicio de Acción Exterior identificó una serie de casos de desinformación que fluyó entre los ecosistemas de desinformación cibernética chino y ruso, donde uno generaba el contenido y otro respondía impulsando su difusión.

El informe de COPASIR de 2022 también puso de relieve que ambos países estaban participando en actividades dirigidas a obtener acceso e influencia en los países occidentales, incluida Italia. Se descubrió que las operaciones chinas impulsaban esta actividad en, principalmente, los ámbitos económico, tecnológico, comercial y cultural; las operaciones rusas se centraron en una “actividad de ‘tipo más cognitivo y comunicativo’ […] en la lectura e interpretación de los acontecimientos deliberadamente distorsionada y manipulada, y en especial los relacionados con el conflicto en curso en Ucrania”.

Estas actividades se produjeron en un terreno fértil. La tradicional debilidad del sistema político italiano ha hecho que el país se haya ganado la fama de ser un laboratorio de desinformación. En 2017, Joe Biden advirtió de la amenaza de las actividades de desinformación rusas en Italia a favor de “la Liga Norte, nacionalista, y el Movimiento 5 Estrellas, populista” de cara a las elecciones generales de 2018. Unas semanas antes de las elecciones de ese año, La Stampa reveló que los troles rusos identificados en la investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses habían retuiteado mensajes de cuentas italianas.

Italia, Rusia y Ucrania

Cuando los italianos fueron a las urnas en las elecciones generales de septiembre de 2022, expulsaron con sus votos a un gobierno tecnócrata centrista, proeuropeo y atlantista en favor de un gobierno populista-euroescéptico y de derecha conservadora. Esto representó un importante cambio en la correlación de fuerzas políticas en Italia. El país cambió el gobierno de Draghi, cuyo liderazgo disfrutaba de un diálogo de alto nivel y una estrecha cooperación con Berlín, Bruselas, París y Washington, por un gobierno con Giorgia Meloni como primera ministra, caracterizado por las relaciones mutuamente escépticas entre Roma y otras capitales europeas. A pesar de esto, la postura italiana sobre Rusia y Ucrania sigue siendo en gran parte la misma.

El partido de Meloni, Hermanos de Italia, encabeza una incómoda coalición con la Liga y Forza Italia, el antiguo partido de Berlusconi. Roma mantiene una postura firme frente a la agresión rusa, a pesar de la implacable campaña de desinformación de los medios italianos y la presencia de una facción rusófila en el Gobierno, mediante los socios subalternos de la coalición que transmiten periódicamente señales de simpatía hacia Rusia. Esta división política se hizo patente durante la propia campaña electoral, en la que Salvini y Berlusconi —junto con el ex primer ministro Giuseppe Conte— cuestionaron el nivel de apoyo militar que Italia debía prestar a Ucrania; Conte se expresó con mucha contundencia sobre este asunto. También hicieron campaña sobre los efectos de las sanciones. Berlusconi, en particular, se especializó en ello. También señalaron las repercusiones de la guerra sobre los precios de la energía, tarea de la que se ocupó con Salvini con cierta presteza.

Meloni siempre ha adoptado un punto de vista sobre Rusia distinto al de sus socios de coalición, tanto en la oposición como ahora en el Gobierno. El apoyo a Ucrania es un pilar central de la política exterior italiana; la primera ministra ha mantenido varias reuniones y conversaciones con el presidente Volodímir Zelenski, y en febrero de 2023 viajó a Kiev. Sin embargo, la simple presencia de dos partidos escépticos respecto a Ucrania genera una tensión intrínseca y una potencial fuente de inestabilidad que podría debilitar la posición de Italia.

Además, alrededor de un tercio de los escaños del Parlamento están ocupados por partidos afines a Rusia: los socios subalternos de la coalición y el Movimiento 5 Estrellas. Y, bajo el nuevo liderazgo de Elly Schlein en el Partido Democrático, que hace hincapié en “la paz y las negociaciones”, el partido está ahora dividido respecto al apoyo a Ucrania. Aun así, en realidad, la inclinación prorrusa del Parlamento italiano se ha reducido a la mitad respecto a los resultados de las elecciones de 2018. Sin embargo, la dinámica en el seno del Gobierno y las posibles presiones en el Parlamento hacen de Italia el flanco débil de Europa en este asunto. Dado que Rusia y Ucrania son un asunto de candente actualidad, las divisiones podrían debilitar políticamente al Gobierno.

La opinión pública es una preocupación esencial. Las opiniones de los italianos sobre la guerra rusa contra Ucrania son parecidas a las de otros ciudadanos europeos, como muestra el policy brief del European Council on Foreign Relations “Peace versus Justice: The coming European split over the war in Ukraine”. En él se revela que el 37 por ciento de los italianos estaban preocupados por la desaceleración económica causada por la guerra. Esta cifra no difiere de la de España (40 por ciento) o Portugal (38 por ciento), pero es superior a la media de la UE del 28 por ciento. Pero en la encuesta de seguimiento del ECFR se constató que las opiniones de los italianos difieren de las de muchos otros europeos sobre el precio que Ucrania debería pagar para poner fin a la guerra: el 30 por ciento de los ciudadanos de la UE encuestados dijeron que querían que la guerra terminara lo antes posible, aunque eso supusiese una pérdida territorial para Ucrania. En Italia, esta postura la suscribieron el 41 por ciento de los encuestados.

A diferencia de muchos otros países europeos, y desde las elecciones generales del año pasado, Italia destaca por contar con varios grandes partidos políticos cuyos dirigentes han expresado enérgicamente su cuestionamiento y oposición a las medidas dirigidas a reducir la capacidad de Rusia para seguir atacando a Ucrania. Conte se opone a la “escalada”; Salvini ha afirmado que las sanciones estaban perjudicando más a Europa que a Rusia; y Berlusconi pidió dialogar con Putin.

En cuanto al papel de los dirigentes políticos, difunden los discursos prorrusos y antiucranianos de cuatro formas distintas:

  • con el abierto apoyo a las narrativas pro Kremlin;
  • con la no refutación de la información falsa sobre la guerra, las sanciones y la energía;
  • con el soslayo de la información sobre la guerra, las sanciones y la energía;
  • y con la difusión de información falsa relativa a la guerra.

Por ejemplo, entre las personas que apoyan abiertamente los discursos pro Kremlin se encuentra la exeurodiputada Francesca Donato, de la Liga, que en marzo de 2022 fue uno de los trece representantes electos en el Parlamento Europeo —cuatro de los cuales eran italianos, y los otros tres del Partido Democrático— que votaron en contra de la condena de la agresión rusa. Bianca Laura Granato, exsenadora del Movimiento 5 Estrellas, se hizo eco de los argumentos del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso sobre la “falsa masacre” de Bucha.

También sobre Bucha, y en un esfuerzo coordinado para ignorar una importante noticia sobre los estragos de la guerra, Salvini tuiteó ocho veces y publicó once veces en Facebook e Instagram sin hacer mención a la masacre entre el 2 y el 5 de abril, cuando se conoció la noticia. Berlusconi también se tomó su tiempo para pronunciarse sobre la masacre, e incluso entonces solo expresó su decepción con Putin.

En cuanto a compartir información falsa y relatos rusos, Salvini afirmó que “los que fueron sancionados ganan, y los que sancionaron están de rodillas […] Mientras que Italia y Alemania sufren sanciones, otros países, como Estados Unidos y Noruega, salen ganando”. En septiembre de 2022, en un popular programa de televisión, Berlusconi intentó incluso justificar la invasión rusa, y, menos de un mes más tarde, LaPresse hizo públicas unas grabaciones en las que Berlusconi afirmaba ante miembros de Forza Italia y del Parlamento que Putin se había visto obligado a ir a la guerra, y que este solo quería sustituir el gobierno de Zelenski con “gente buena y de sentido común”.

En cuanto al cuarto aspecto en que se ha compartido información falsa, después de que Rusia bombardeara el hospital infantil de Mariúpol, Donato utilizó Twitter para difundir noticias falsas sobre que el hospital era un cuartel militar ucraniano. En consecuencia, Facebook cerró su cuenta y Donato acusó a la red social de venganza por sus opiniones sobre Ucrania y Rusia.

Las opiniones políticas de la ciudadanía y las élites italianas brindan una oportunidad a los agentes externos que deseen influir en el espacio informativo del país. Algunos representantes políticos clave, entre ellos los dirigentes de los dos partidos que forman la coalición gobernante, siguen la tradición de los “entendedores de Rusia” italianos. Es probable que se fijen en las encuestas y se dejen influir por un mundo político espoleado por las redes sociales para creer que se puede obtener capital apelando a un electorado euroescéptico y contrario a la guerra. Meloni, por su parte, mantiene su postura sobre la guerra en Ucrania. Sin embargo, siguen existiendo vulnerabilidades, e Italia aún no ha hecho lo suficiente por reforzar sus protecciones frente a la difusión de la desinformación en internet.

El vacilante progreso de Italia en materia de desinformación

Italia dispone hoy de un marco estructurado de acción en materia de desinformación, en consonancia con las medidas de la UE y de la OTAN. Las entrevistas llevadas a cabo por los autores con funcionarios del Gobierno italiano indican que se tiene en cuenta un amplio espectro de actores geopolíticos extranjeros.[i]

El Consejo Europeo identificó por primera vez la amenaza general de las campañas de desinformación en internet en 2015, cuando pidió al entonces alto representante que atendiera a las operaciones de desinformación rusas. Se nombró al Grupo de Trabajo East StratCom para que trabajara en ello. Al principio, la UE se centró en la difusión de las noticias falsas, en especial cuando el término adquirió notoriedad en 2017 con el ascenso político de Donald Trump. La UE adoptó su primer instrumento institucional y legislativo en 2018, después de que un grupo de expertos de alto nivel de la Comisión emitiera un informe sobre el tema. Su código de prácticas en materia de desinformación es probablemente el primer ejemplo en el mundo de una norma de autorregulación firmada por representantes del sector de forma voluntaria: Facebook, Google, Twitter y Mozilla, seguidos de Microsoft en 2019 y TikTok en 2020.

En 2020, la UE no solo padeció la pandemia, sino también la “infodemia” relacionada con las noticias falsas y las tergiversaciones sobre la COVID-19. Pero la Comisión Europea no se quedó de brazos cruzados: lanzó campañas de comunicación y puso en marcha el proyecto EUvsDisinfo, coordinado por el Grupo de Trabajo East StratCom. A través de este proyecto se idearon herramientas para contrarrestar la desinformación y desacreditar las noticias falsas. En 2020, la Comisión Europea también hizo público el Plan de Acción para la Democracia Europea, cuyo objetivo es empoderar a los ciudadanos europeos y fortalecer la resistencia de sus democracias. En 2022, la UE actualizó su código de prácticas ante la desinformación.

A pesar de su fuerte exposición a las actividades de desinformación rusas y chinas, sobre todo durante la pandemia, Italia ha sido lenta en abordar el problema en los términos político e institucional. En 2013 se aprobó un “Marco estratégico nacional para la protección del ciberespacio” y en 2017 un “Decreto del primer ministro sobre protección de la seguridad cibernética e informática”, pero a los que no se les dio seguimiento ni apoyo institucional.

Con el anterior gobierno, Italia dio algunos pasos más enérgicos hacia la creación de organismos y estructuras ad hoc para combatir la desinformación. Draghi presentó oficialmente la estrategia de ciberseguridad nacional italiana para 2022-2026, cuyo contenido coincide de forma explícita con la estrategia de ciberseguridad 2020 de la UE. Señaló: “Las nuevas formas de competencia estratégica que caracterizan el escenario geopolítico exigen que Italia continúe con sus iniciativas de ciberseguridad y, en la medida de lo posible, aumentarlas”. La nueva estrategia se basa en los principios y prácticas adoptados por la UE, incluido un enfoque de “totalidad de la sociedad” que prevé la participación de agentes gubernamentales, partes interesadas del sector privado, el mundo académico, investigadores, ciudadanos y la sociedad civil. Se considera a los ciudadanos beneficiarios indirectos, pero también actuantes activos en pro del objetivo de la lucha contra la desinformación en internet, en el contexto más general de las amenazas híbridas.

En Italia se dio un gran paso con la creación, en junio de 2021, de la Agencia para la Ciberseguridad Nacional (ACN), que racionalizaba y simplificaba lo que había sido un sector fragmentado y compuesto por distintas competencias, papeles y funciones. El gobierno asignó un presupuesto del 1,2 por ciento de las inversiones nacionales brutas anuales, para integrarlo en los fondos de Horizonte Europa y Europa Digital y, más recientemente, en los fondos de recuperación asignados a Italia, con una inversión general en ciberseguridad de 623 millones de euros.

Junto a la ACN, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano desempeña un papel fundamental, cuyo mandato incluye servir como punto focal de contacto y órgano de coordinación de las medidas nacionales y europeas y las estrategias nacionales para combatir los discursos de desinformación hostil. En 2022, el Ministerio de Asuntos Exteriores italiano, con el impulso político del Gobierno, creó la Dirección General de Diplomacia Pública y Cultural, a la que encomendó analizar, planificar y apoyar el papel de Italia en los foros internacionales y promover el poder blando. La nueva Dirección se coordina a este respecto con los órganos y estrategias de la OTAN y la UE, como el StratCom y la Comisión especial sobre injerencias extranjeras en todos los procesos democráticos de la Unión Europea (comisiones INGE1 e ING2). Estos organismos se proponen atajar la manipulación e injerencia de información extranjera.

El Ministerio de Asuntos Exteriores tiene cuatro prioridades, en virtud de las cuales presta su apoyo a otras organizaciones que trabajan en la desinformación. La primera es reforzar la resistencia de la sociedad y la opinión pública mediante la aplicación del enfoque de la “totalidad de la sociedad”: Italia apoya plenamente el Observatorio Europeo de los Medios Digitales (EDMO), puesto en marcha en 2020 para proporcionar una plataforma digital independiente de servicios básicos con el fin de combatir la desinformación en Europa mediante la monitorización de las actividades y la alfabetización informacional. El EDMO está financiado por la UE, pero lo dirige el Instituto Universitario Europeo de Florencia y se nutre de la experiencia de su Escuela de Gobernanza Transnacional y su Centro para el Pluralismo y la Libertad de los Medios de Comunicación.

La segunda prioridad del Ministerio de Asuntos Exteriores italiano es apoyar la regulación conjunta del espacio digital, para lo cual se coordina con el Grupo de Reguladores Europeos de Servicios de Medios Audiovisuales (ERGA). La tercera es apoyar un proceso para poner en contacto a los diferentes agentes e instituciones italianos con un marco de acción común. La cuarta prioridad es evaluar los costes políticos de la manipulación; en concreto, las sanciones contra los medios que difunden desinformación, como Russia Today y Sputnik. Las conversaciones con los funcionarios del Gobierno italiano indican que en este último punto sigue existiendo una división en Europa entre los países que, como Italia, España y Países Bajos, prefieren un enfoque más cauto del uso de sanciones como respuesta a la desinformación, y el flanco oriental y báltico.[ii]

La lucha contra la desinformación en la Italia actual

Los resultados de las elecciones generales de 2022 no fueron propicias para continuar la lucha contra la desinformación en Italia. En el programa electoral de Hermanos de Italia se describía la desinformación como un aspecto de una “nueva Guerra Fría” y como “lucha contra la censura arbitraria de las redes sociales y garantía del respeto a la libre expresión del pensamiento por parte de las grandes plataformas de comunicación”. En 2022, Meloni había tachado de “amenaza contra la libertad” la iniciativa del Gobierno italiano de crear un grupo especial para atajar la desinformación sobre la COVID-19.

Pero, desde entonces, Meloni se ha apropiado políticamente de este asunto. En mayo de 2023, el Consejo de Ministros nombró para la ACN al asesor diplomático del ministro de Defensa, el embajador Massimo Marotti. Esta decisión da muestra de la voluntad, en primer lugar, de reforzar los lazos entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y la ACN. El nombramiento estratégico de diplomáticos italianos para empresas y órganos clave de Italia no es una medida atípica para un gobierno italiano: lo ha hecho con organizaciones como Eni, ENEL y la Cassa Depositi and Prestiti. Al añadir la ACN a este grupo, el organismo se sitúa en este conjunto de activos estratégicos nacionales. Los antecedentes de Marotti como asesor del ministro en tiempos de guerra refuerza el vínculo entre la lucha contra las ciberamenazas y la seguridad y la defensa nacionales.

Sin embargo, en la actividad del Gobierno en este frente falta una visión política a la altura, por ejemplo, en sus esfuerzos por reducir la dependencia italiana de la energía rusa. A diferencia de los países de los flancos oriental y báltico de la UE en lo que respecta a la desinformación, Meloni carece de una estrategia para atajar definitivamente la desinformación como amenaza al orden democrático.

Vías de influencia

La magnitud del problema lo pone de manifiesto la investigación llevada a cabo por Constella Intelligence para el ECFR sobre el surgimiento y la presencia de “comunidades” políticas basadas en las redes sociales. Su crecimiento en la antesala de las elecciones generales italianas de 2022 apunta a que agentes extranjeros penetraron con facilidad las redes sociales italianas y pudieron haber incitado a partidos que hoy forman parte del Gobierno a mantenerse firmes en sus tendencias rusófilas.

Constella analizó seis narrativas clave sobre energía, la guerra rusa contra Ucrania, las sanciones contra Rusia, las vacunas, el euro y la inmigración. El concepto de “narrativa” se define como “un mensaje general, comunicado mediante textos, imágenes, metáforas y otros medios”, según EUvsDisinfo. Las narrativas transmiten relatos adaptados a públicos concretos. La inmigración y el euro fueron asuntos fundamentales en la campaña de las elecciones generales italianas de 2018, de las que salió elegido un gobierno populista y soberanista compuesto por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga. Estos asuntos también fueron preponderantes durante las elecciones al Parlamento Europeo de 2019, que ganó la Liga. Sin embargo, en las elecciones generales de 2022, la atención pública se desplazó a la guerra en Ucrania y a la energía y las sanciones contra Rusia.

Constella descubrió que entre el 27 de agosto y el 25 de septiembre de 2022 (la fecha de las elecciones generales), el sector energético y la guerra rusa contra Ucrania representaron más del 67 por ciento del total de los comentarios relacionados con todas las narrativas. Los principales puntos de los que se habló en las cuentas eran cómo afectarían a la economía italiana, en el plano energético, las sanciones a Rusia, el envío de armas a Ucrania y las medidas de la UE, por encima de los debates sobre las vacunas y la inmigración.

La investigación también reveló la creación de un número atípico de cuentas durante julio y agosto de 2022, tras la caída del gobierno de Draghi. Los analistas estudiaron la producción de 235.428 cuentas únicas y descubrieron que 1763 habían registrado una actividad inusualmente alta. Estas representaban el 1,2 por ciento del número total de cuentas y publicaron en conjunto 1.538.919 mensajes, el 33,3 por ciento de toda la actividad identificada como debate político en Twitter en Italia.

De estos 1763 autores, el 28 por ciento pertenecía a la comunidad del Movimiento 5 Estrellas: constituían el 4,5 por ciento del número total de usuarios de esta comunidad, pero generaron el 55,2 por ciento de su actividad total. Estos usuarios anómalos del Movimiento 5 Estrellas promocionaron principalmente la campaña del partido y trataron de posicionarse como la alternativa de izquierdas al Partido Democrático. Expresaron su firme apoyo al liderazgo de Conte y su oposición al conflicto en Ucrania.

El 24,1 por ciento de estos 1763 autores pertenecían a la comunidad del “populismo conservador”. Esto representaba el 1,7 por ciento de los usuarios de dicha comunidad, pero, de nuevo, generaron el 25,4 por ciento de su actividad. Estos usuarios se caracterizaban por una postura nacionalista, la propensión a difundir teorías pseudocientíficas y su altisonante oposición a la UE, la OTAN y Estados Unidos. Los hashtags y dominios más compartidos por estos usuarios eran los relacionados con los precios del gas, el apoyo al movimiento antivacunas y la culpabilización de Draghi y el Partido Democrático por avivar las posturas contra Occidente y las sanciones a Rusia.

Los asuntos relativos a la energía, como el precio del gas, se solaparon con las posturas contrarias a las vacunas, a la UE y a las sanciones. Este panorama reflejaba la valoración de la comunidad de inteligencia italiana en su informe anual de 2022, según el cual: “A nivel nacional, se detectó una relación en las principales redes sociales entre los perfiles antivacunas y contra el certificado de vacunación y los mensajes prorrusos sobre la crisis entre Moscú y Kiev, que se puso en marcha relanzando y compartiendo contenidos procedentes de medios y órganos institucionales cercanos al Kremlin, con el fin de orientar la opinión pública italiana”.

El debate en redes analizado por Constella reveló patrones de comportamiento que los investigadores consideraron anormales en el contexto de los debates políticos en internet. Esos patrones mostraban un nivel de interacción entre bloques ideológicos opuestos muy distinto al de los debates políticos habituales, donde no se espera que los proponentes de las diferentes ideologías interactúen entre sí. En Italia, las interacciones generaron un debate de confrontación y polarizado. Esto indica que los miembros hiperactivos de las comunidades identificadas trataron de avivar las tensiones políticas antes de las elecciones, en especial en las cuestiones relacionadas con la UE y la OTAN.

La guerra de información terrestre y aérea

Esta guerra terrestre de información en internet se acompañó del “apoyo aéreo” de actores clave, y fueron la energía y las sanciones lo que formaron el núcleo de las narrativas en la red de algunos dirigentes italianos y funcionarios rusos. Constella constató que los dirigentes de la Liga e Italexit, partido euroescéptico liderado por el experiodista y diputado Gianluigi Paragone, lograron un alto grado de interacciones con algunos de sus comentarios.

Por su parte, María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, se pronunció sobre el plan italiano de ahorro energético en un mensaje plagado de conspirativismo con el fin de socavar los apoyos a las sanciones impuestas a Rusia, además de la unidad occidental en términos más generales: “Es evidente que este plan le ha sido impuesto a Roma por Bruselas (que, a su vez, actúa a las órdenes de Washington), pero al final será el pueblo italiano el que sufrirá”. Gazprom publicó un vídeo en el que mostraba un frío invierno europeo sin el gas ruso (cuyo suministro había cortado el Kremlin en reacción a las sanciones). El momento elegido, el contexto y el contenido de misivas como las del expresidente ruso Dmitri Medvédev daban la impresión de que se deseaba “castigar” a los políticos italianos a través de las urnas.

Antes de las elecciones de 2022, bandas de ciberdelincuentes vinculadas a Rusia atacaron el sector crítico de la energía en Italia. A principios de septiembre de 2022, unas semanas antes de las elecciones generales, la Agencia Nacional de Ciberseguridad de Italia informó de un aumento de los ataques a operadores e infraestructuras energéticas tras dos ciberataques a grandes empresas. El pirateo del gigante energético Eni se produjo después de un ciberataque que afectó al Gestore dei Servizi Energetici, el organismo que gestiona el mercado eléctrico del país. Las dos empresas eran cruciales para el plan italiano de diversificar su energía para reducir la dependencia de las fuentes rusas. Según el informe anual de las agencias de seguridad italianas publicado después de las elecciones generales, “Moscú no dejará de interferir en la dinámica política y los procesos de toma de decisiones en los países de la OTAN, y recurrirá todavía más a métodos coercitivos y manipuladores, como los ciberataques, la desinformación, el chantaje y el uso de palancas como la inmigración y la energía, esta última destinada a tener menos relevancia ante el compromiso europeo de buscar alternativas a la dependencia energética de Rusia”.

De rezagada a abanderada: cómo puede Italia liderar la lucha contra la desinformación

Las tergiversaciones y la desinformación son un reto para las sociedades abiertas, y es vital acometerlo para protegerlas. Ante la proximidad de las elecciones al Parlamento Europeo en 2024 y las de inminente celebración en países miembros como España y Polonia, la pregunta de cómo impedir que la injerencia extranjera manipule la opinión pública mediante la desinformación —y, por tanto, desestabilice política y económicamente a los países miembros— sigue siendo vital para la UE. Las campañas de desinformación rusas en relación con la guerra de Ucrania y los efectos de las sanciones son un buen ejemplo de los riesgos que se avecinan.

En el contexto del conflicto y la posibilidad de una guerra larga, la UE debería aprovechar la experiencia que ha adquirido en la lucha contra la desinformación durante la pandemia de COVID-19 y reforzar sus actuaciones en este frente. La próxima Comisión Europea deberá incorporar a su mandato la lucha contra la desinformación, al margen de cuál sea su tendencia política. El Parlamento Europeo también debería considerarlo una prioridad.

En la propia Italia, el entorno político podría volverse más propicio a posturas del agrado de Moscú; que siga este camino depende de numerosos factores. Italia carece desde hace algún tiempo de una estrategia estructurada e integral para combatir la desinformación y las noticias falsas. Si bien el contexto político general, tanto al nivel de la UE como al de los Estados miembros, ha centrado la atención de los responsables políticos en la cuestión de la desinformación, Italia necesita seguir reforzando su marco institucional para combatir este problema, más allá de los organismos existentes y la legislación vigente. El Gobierno debería invertir más en el seguimiento de las tendencias de la desinformación y aprovechar al máximo los fondos de la UE disponibles. Debería centrarse en reforzar la alfabetización digital de los ciudadanos, brindarles formación y dotarlos de herramientas para identificar la desinformación, así como formar a los representantes políticos y funcionarios.

Italia podría aprovechar la oportunidad de su próxima presidencia del G7 en 2024 para incorporar la lucha contra la desinformación en su programa oficial. Hasta ahora, las prioridades del Gobierno que se conocen son bastante genéricas y amplias, e incluyen la seguridad alimentaria, la asociación con África y el problema climático. Todavía hay tiempo para que el Gobierno reconozca la desinformación como una amenaza mundial que debe incluirse en el programa de trabajo del G7.

Italia también puede promover estos asuntos más allá de Europa y proponer un órgano de coordinación, como el nombramiento de un enviado especial de la ONU para la libertad y la protección de los periodistas, como sugirió Reporteros sin Fronteras. Esto podría ayudar a crear un marco de acción multilateral más definido para promover el periodismo independiente y el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas y el marco legislativo del Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad. Junto con el actual Mecanismo de Respuesta Rápida del G7, esto también permitiría la construcción de un pilar adicional para atajar y combatir la desinformación.

Sobre los autores

Gabriele Carrer es visiting fellow de la oficina en Roma del European Council on Foreign Relations, donde investiga sobre desinformación extranjera y las amenazas de injerencia en Italia. Carrer es periodista especializado en política exterior italiana y seguridad nacional. Trabaja para la revista Formiche y colabora con HuffPost Italia.

Teresa Coratella es programme manager de la oficina de Roma del European Council on Foreign Relations. Se ocupa principalmente de las tendencias de la política exterior italiana y el papel de Italia en Europa, y colabora regularmente con la serie “View from Rome”. Entre sus últimas colaboraciones con el ECFR figura “Rome’s moment: Draghi, multilateralism, and Italy’s new strategy”, publicado en 2021.

Silvia Samorè es antigua fellow paneuropea de la oficina de Roma del European Council on Foreign Relations. Sus áreas de especialización son los estudios sobre seguridad, la Unión Europea, la OTAN y la reforma del sector de la seguridad. Samorè es titular de una licenciatura y un máster en estudios estratégicos de la Universidad de Turín y un máster en estudios estratégico-militares del Centro Superior de Estudios de la Defensa de Roma.

Agradecimientos

Los autores desean dar las gracias a los colegas de la oficina del ECFR en Roma; al director de investigación, Jeremy Shapiro, por sus aportaciones a lo largo del proceso de conceptualización; a Adam Harrison, por su trabajo y diligencia en la edición de nuestra investigación; a Alejandro Romero, miembro del Consejo del ECFR, y a los colegas de Constella Intelligence por sus interesantes datos; por último, pero no por ello menos importante, a la política italiana, por ser siempre una fuente de inspiración.

Este policy brief ha sido posible gracias al apoyo de la Fondazione Compagnia di San Paolo.

Versión original en inglés aquí. Traducción al español de Verónica Puertollano.


[i] Conversaciones mantenidas por los autores con expertos y funcionarios residentes en Roma entre enero y febrero de 2023.

[ii] Conversaciones mantenidas por los autores con expertos y funcionarios residentes en Roma entre enero y febrero de 2023.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.