Retomando la iniciativa: ¿por qué Europa y EEUU corren el riesgo de ser superados por China en America Latina y el Caribe?
China está destinando menos inversión extranjera directa (IED) a América Latina. Pero, aunque esto pueda parecer una señal del desinterés de Pekín por la región, los datos sugieren que las empresas chinas simplemente están recalibrando su estrategia, no retrocediendo. Al hacerlo, se están convirtiendo en actores importantes en sectores clave para los intereses occidentales: minerales críticos, fintech, vehículos eléctricos y energía verde. Aunque la Unión Europea y Estados Unidos han sido y siguen siendo los principales inversores en América Latina, la creciente competencia con la inversión china pone ahora en peligro sus intereses en las industrias latinoamericanas que serán más cruciales para la doble transición digital y verde.
El número de proyectos chinos en América Latina creció un 33 por ciento 2018 y 2023, en comparación con el quinquenio anterior de 2013-2017, incluso cuando el valor total disminuyó. En otras palabras, las empresas chinas están realizando más inversiones en la región, pero persiguen proyectos de menor escala en promedio. Estas inversiones también se centran más en lo que China denomina «nuevas infraestructuras» (新基建), término que engloba las telecomunicaciones, las tecnologías financieras, las energías renovables y otras industrias relacionadas con la innovación. En 2022, el 60 por ciento de las inversiones chinas se destinaron a estos sectores de punta, una prioridad económica clave para el país. Pekín también considera que los proyectos más pequeños en estas industrias incurren en menos riesgos operativos y de reputación, especialmente en comparación con algunos de los proyectos de inversión en infraestructuras a gran escala a menudo asociados con la iniciativa Belt and Road.
Al igual que China, las prioridades de inversión del G7 -especialmente EE.UU. y la UE- se centran en los minerales críticos, las tecnologías financieras, los vehículos eléctricos y la energía verde, ya que pretenden ampliar y reforzar las asociaciones económicas y políticas existentes en América Latina. Sin embargo, tanto EE.UU. como la UE corren el riesgo de ser superados por la estrategia de inversión de China en la región.
Estados Unidos ha manifestado su deseo de un mayor compromiso económico con la región, especialmente en sectores de interés estratégico. Sin embargo, hasta la fecha, los esfuerzos de EE.UU. para competir con China siguen centrándose en gran medida en la creación de capacidad nacional en estas industrias, incluso cuando algunas empresas estadounidenses, como Intel, se centran cada vez más en la inclusión de socios regionales en sus cadenas de suministro. Algunos ven oportunidades para América Latina en la histórica ley de Joe Biden, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), que pretende incentivar la transición energética y, al mismo tiempo, reducir los riesgos de las cadenas de suministro críticas. Ciertamente algunos países de la región podrían beneficiarse de un acceso preferencial al mercado para su litio u otros insumos clave para las nuevas cadenas de suministro energético y tecnológico. Sin embargo, el alcance de la IRA -que sigue siendo en gran medida una política nacional- no llega tan lejos como la actual reformulación de las inversiones chinas.
La Americas Act anunciado por miembros del Congreso en marzo de este año, podría generar nuevas y prometedoras oportunidades de inversión para la región, ya que busca incentivar a empresas estadounidenses y de otros países a trasladar sus operaciones fuera de China, y América Latina se presenta como un prometedor sustituto. Pero la deslocalización de la Americas Act incentivaría sobre todo la fabricación de textiles y, potencialmente, de equipos médicos, y se centraría menos en general en la gama de industrias de «nuevas infraestructuras» a las que China está dando prioridad.
Los intereses chinos en las tecnologías de la información y la comunicación revelan una historia similar. Mientras EE.UU. ha centrado su política en la venta de equipos 5G, China está llevando a cabo un proceso de integración vertical en los sectores tecnológicos latinoamericanos que impulsará drásticamente su competitividad. Por ejemplo, la empresa china Huawei está ampliando rápidamente su enfoque para incluir centros de datos, computación en la nube, ciberseguridad y otros servicios, especialmente en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú. (La computación representó un considerable 41% por ciento del total de la inversión china en tecnología de la información en la región entre 2018 y el primer semestre de 2023).
Al mismo tiempo, Global Gateway, la propuesta de la UE para una iniciativa de inversión global aún no ha alcanzado su potencial en la región. Bruselas quiere ser el socio preferido de América Latina mediante la creación de capacidad local para fabricar baterías y productos finales como vehículos eléctricos, como señaló el año pasado la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Sin embargo, aunque hay que dar la bienvenida a este compromiso renovado de la UE, China ya domina el mercado de vehículos eléctricos en América Latina y otras regiones. China habría superado a EE.UU. en ventas de vehículos eléctricos en 2023, y las empresas chinas habrían copado el 45% del total de las ventas mundiales, tres veces más que las alemanas. Es más, China ha invertido 11.000 millones de dólares en la extracción de litio en la región desde 2018, como parte de una apuesta por controlar un tercio de la capacidad mundial de producción de minas de litio. Mientras tanto, la UE se ha asegurado cierto acceso al litio como parte de los acuerdos comerciales con Chile, junto con otras naciones, pero esto palidece en comparación con lo que se necesitará para alimentar el futuro de la producción de baterías de la UE. Se calcula que América Latina en su conjunto posee el 60 por ciento de las reservas mundiales de litio. Teniendo en cuenta sus actuales niveles de compromiso en la región, la UE corre el riesgo de quedarse corta de litio, paralizando su producción de baterías y, en consecuencia, sus ventas de vehículos eléctricos, justo cuando China avanza en este campo.
China habría superado a EE.UU. en ventas de vehículos eléctricos en 2023, y las empresas chinas habrían copado el 45% del total de las ventas mundiales, tres veces más que las alemanas.
La ventana de oportunidad se está cerrando para la UE, EE.UU. y otros socios que buscan tanto mantener su cuota de mercado como competir con China en estas industrias latinoamericanas, a pesar de los todavía no superados stocks de inversión y flujos de comercio de EE.UU. y la UE en la región. De hecho, los fabricantes de automóviles estadounidenses ven cada vez más la competencia china en todo el mundo como un «acontecimiento de nivel de extinción«. Garantizar la competitividad en las «nuevas infraestructuras» y sectores afines exigirá un compromiso continuo por parte de los socios para construir y apoyar proyectos en tramitación, y para suministrar productos y servicios a precios que puedan competir con las ofertas subvencionadas de China. Tanto la UE como EE.UU. siguen siendo socios económicos fundamentales para América Latina y están contribuyendo de un modo que China no está haciendo. Aun así, la complacencia corre el riesgo de permitir que China tome la delantera en las industrias emergentes de la región, algunas de las cuales tienen un gran peso en la transformación ecológica y digital de la UE. Para proteger sus propias industrias del futuro, la UE y EE.UU. deben primero examinar más detenidamente las de América Latina, sobre todo ahora que China compite por una posición dominante.
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