Los candidatos de las elecciones francesas bajo el examen europeo
Todos los principales candidatos ven la situación internacional a través de la lente de Europa
Los debates que ECFR y Le Monde organizaron conjuntamente el 3 de abril dió a conocer un importante panorama: aunque estuvieran a favor o en contra de Europa, todos los candidatos (o sus representantes) hablaron de Europa. Este tema se ha convertido en el eje del debate de la política exterior en la campaña presidencial francesa: todos los caminos conducen a (Europa); todo se deriva de (Europa).
Todos los candidatos responden ante una situación internacional considerada inestable y peligrosa, y por tanto, tratan de abordar una demanda popular de seguridad. Ya se trate de identidad, economía, empleo o defensa, sus respuestas tienen que ver con más o menos Europa. Una división similar se encuentra entre aquellos que están dispuestos a abrirse al resto del mundo y aquellos que buscan retraerse, ya sea en términos de comercio o migración y refugiados.
Con respecto a las operaciones o intervenciones militares de Francia en el extranjero, parece probable que haya un cambio respecto a la política seguida tanto por François Hollande como por Nicolas Sarkozy. Una amplia mayoría de los ciudadanos aprueba las intervenciones en Siria y Malí, sin embargo, los candidatos, aunque están de acuerdo con la necesidad de aumentar los gastos de defensa, advierten sobre los riesgos asociados a la intervención. Subrayan que el uso de la fuerza debe ir acompañado de una estrategia política. Donde el presidente saliente destaca la firmeza, los candidatos reclaman el reequilibrio de las alianzas y un mayor diálogo con los socios clave. El presidente ruso, Vladimir Putin, es considerado unánimamente como un socio importante, pero también hubo énfasis por parte de algunos miembros en la Turquía de Erdogan, el Irán de Rouhani, los Estados Unidos de Trump y la China de Xi Jinping.
Esta búsqueda de la seguridad también se aplica a la economía global. Existe una preocupación extendida por el control del comercio exterior, por las normas económicas y sociales, con temor a una disminución del poder francés. Algunos sienten nostalgia por «el mundo que hemos perdido». Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon no sólo quieren expulsar a todos los titulares, sino que también quieren retirarse de todos los acuerdos comerciales: UE, OTAN, CETA y TTIP. Por supuesto, sigue habiendo diferencias entre los matices socialistas de Mélenchón y el nacionalismo de Le Pen.
Otros candidatos rechazan el giro hacia una mirada exclusivamente nacional, aunque difieren en sus prioridades. Según Emmanuel Macron y especialmente François Fillon, Francia tiene que reformarse primero a sí misma, al igual que hicieron Suecia, Alemania, España y Portugal. Benoît Hamon quiere reformar primero Europa, avanzando hacia una democracia europea de los pueblos. ¿Es suficientemente realista? Igualmente, ¿puede Fillon pretender ser realmente un europeo convencido cuando trata de devolver a los gobiernos nacionales las decisiones clave de la UE?
Todo ello les hace «excelentes franceses», que muestran fe en el dinamismo potencial de su país. No obstante, también coinciden en la importancia del diálogo con Alemania, especialmente ahora que Reino Unido está saliendo de la UE. Incluso los candidatos que desean reducir el cumplimiento de Francia con las normas europeas, todavía prefieren el diálogo con Berlín al conflicto. Algunos buscan influir en la política europea de Alemania; otros manifiestan que los alemanes necesitan, en cualquier caso, a los franceses en Europa.
Un regreso a los conflictos y tensiones entre las naciones europeas sería mucho peor que los desacuerdos existentes que se están tratando de acuerdo a las normas comunes del marco institucional. La devaluación competitiva, el «dumping fiscal» e incluso las tensiones territoriales (desde los Cárpatos a Gibraltar) son todos casos reveladores, y no productos de nuestra imaginación. En este sentido, la UE es el pero sistema- salvo todos los demás.
Todos los candidatos expresan el impulso galo de mantener el papel de Francia en el mundo. El rumbo incierto de Donald Trump ha silenciado hasta ahora el debate sobre el «atlantismo». Ningún candidato pide alineación con los EEUU, simplemente porque no hay una línea a seguir. Por lo tanto, actualmente prevalece un «enfoque gaulliano» de las relaciones exteriores.
Sin embargo, para algunos candidatos, el mundo siempre estará conformado por grandes potencias y Francia debería jugar un papel de equilibrio entre EEUU, Rusia y China, con pocas expectativas positivas sobre el futuro. Otros sostienen que la independencia no impide una estrecha cooperación en la ONU, como por ejemplo sobre cuestiones climáticas, sino antes que nada con la Unión Europea, que se ha vuelto aún más compleja e intrincada. Sostienen que una Europa unida sigue siendo la mejor manera de ser escuchados y de promover su visión sobre el orden mundial.
Preferimos el último sobre el anterior. Afortunadamente, varios candidatos siguen manteniendo esta línea, a pesar de las predicciones inciertas sobre el declive de Francia y la llegada del colapso de Europa.
Este artículo de opinión se publicó por primera vez en Le Monde el 10 de abril de 2017.
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