Solos en un mundo trumpiano: La UE y la opinión pública mundial tras las elecciones estadounidenses
Resumen
- Una nueva encuesta del ECFR revela que, en muchos países de todo el mundo, la gente ve la segunda presidencia de Trump con optimismo.
- Muchos creen que Trump no solo será beneficioso para Estados Unidos sino que logrará la paz o reducirá las tensiones en Ucrania, Oriente Próximo y las relaciones entre Estados Unidos y China.
- Por el contrario, los aliados de Estados Unidos en Europa y Corea del Sur son muy pesimistas respecto al nuevo presidente, lo que indica un mayor debilitamiento de “Occidente”.
- Los ucranianos son ligeramente más positivos que negativos sobre la influencia que puede tener Trump a la hora de poner fin a la guerra con Rusia. Pero están profundamente divididos sobre qué puede ser un acuerdo aceptable con Moscú.
- A los europeos les va a ser difícil conseguir la unidad interna o un poder mundial para encabezar la resistencia frente al nuevo gobierno. Pero la encuesta revela que mucha gente de todo el mundo cree que la UE es un actor a la altura de Estados Unidos y China, una ventaja que los líderes europeos deberían aprovechar ahora que comienza el nuevo y turbulento mandato presidencial.
- En lugar de aferrarse al orden liberal nacido después de la guerra fría, los europeos deben centrarse en ver y comprender las oportunidades que surjan en el nuevo mundo.
Trump 2.0
Gran parte del mundo recibe con agrado el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. En Europa hay una inquietud general, pero, en muchos otros países, la gente está tranquila o incluso optimista ante el segundo mandato de Trump. Este es el sorprendente resultado de una nueva encuesta llevada a cabo en noviembre de 2024, justo después de las elecciones presidenciales estadounidenses, para el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y el proyecto de investigación Europa en un mundo cambiante de la Universidad de Oxford, el tercer estudio dentro de una serie de encuestas mundiales de este tipo.
Nuestra encuesta, con preguntas a 28.549 personas de 24 países, reveló cuatro cosas. En primer lugar, los europeos son casi los únicos que lamentan la elección de Trump. En segundo lugar, muchas personas de otros países parecen pensar que Estados Unidos, con Trump en la presidencia, será una gran potencia “normal” más, entre muchas otras, en un mundo a la carta. Tercero, muchos también creen que el presidente electo está decidido a poner fin a las guerras de Ucrania y Oriente Próximo. Y cuarto, en gran parte del mundo, los ciudadanos consideran a Europa más poderosa de lo que piensan los propios europeos. Dicen que la Unión Europea es capaz de actuar en igualdad de condiciones con Estados Unidos y China.
Para ejercer la influencia que tienen al alcance de la mano, los europeos deben ser conscientes de que estamos en un mundo más transaccional. En lugar de intentar encabezar una oposición liberal mundial contra Trump, deben entender sus propias cualidades y lidiar con el mundo que tienen delante.
La bienvenida mundial a Trump
En diversos países como India, China, Turquía y Brasil, los encuestados que creen que Trump será bueno para Estados Unidos, para su país y para la paz en el mundo son más numerosos que los que piensan que será malo para ellos. Es significativo que la única excepción aparte de Europa sea Corea del Sur, una democracia cuya seguridad, como la de la mayoría de los países europeos, depende de Estados Unidos. Es decir, el regreso de Trump lo lamentan los aliados tradicionales de Estados Unidos, pero casi nadie más.



El hecho de que una parte de la población de los países no occidentales haya dado la bienvenida a Trump muy bien puede deberse el entusiasmo que despiertan los ganadores. Esa opinión favorable podría cambiar pronto cuando se pongan en práctica sus políticas arancelarias, o si no cumple las expectativas de acabar con las guerras de Europa y Oriente Próximo. Sin embargo, creemos que estos resultados indican algo más profundo que la tendencia natural a aplaudir al vencedor: la aceptación pública de un mundo mucho más transaccional. Hace tiempo que se habla de la lenta muerte del orden internacional liberal; esta encuesta es una prueba más de ello.
La encuesta que hicimos en 2023 en los mismos países de fuera de Europa indicaba la aparición de un “mundo a la carta”, transaccional, en el que las potencias grandes y medianas buscan socios en función de sus respectivos intereses nacionales. Los matrimonios monógamos de la Guerra Fría han pasado a la historia y las potencias de mediano tamaño se han apuntado a las relaciones poliamorosas, en las que prefieren a diferentes socios para distintos asuntos.
El debilitamiento de Occidente queda patente en su espectacular fracaso a la hora de aislar a Moscú en el mundo después de la invasión rusa de Ucrania. Muchos países muestran una extraordinaria disposición a aceptar a Rusia como aliado o socio necesario, a pesar de los casi tres años de brutal guerra neocolonial en Ucrania. En India y China, el número de personas que consideran a Rusia aliada de su país incluso ha aumentado ligeramente desde enero de 2023. También ha mejorado la opinión media de los estadounidenses sobre Rusia, aunque la mayoría sigue considerando que es un país rival o adversario.

Y en varios países no occidentales —China, India, Arabia Saudí, Sudáfrica y Turquía—, la mayoría de la gente cree que la influencia mundial de Rusia aumentará en la próxima década; lo mismo opina casi la mitad de la población de Brasil e Indonesia. En resumen, parece que, en gran parte del mundo, lo que perjudica la imagen ante la opinión pública no es emprender guerras, sino perderlas.

Al mismo tiempo, los rusos y los chinos tienen un aprecio mutuo mucho más sólido que el de los europeos y los estadounidenses. La imagen de Rusia en China ha mejorado ligeramente desde finales de 2022, pero también la imagen de China en Rusia. Se han convertido en una entente cordiale poco frecuente en la política mundial actual.


En cambio, en la “alianza occidental”, solo uno de cada cinco europeos dice que Estados Unidos es un aliado. Esta cifra constituye una bajada significativa respecto a hace dos años y es la mitad de la proporción de estadounidenses que consideran que la UE es un aliado. De hecho, el número de estadounidenses que piensan así (una opinión predominante) se mantiene estable y los que la consideran un socio necesario han pasado de ser la cuarta parte a ser un tercio.

Hemos identificado cinco “tendencias” distintas entre las opiniones de la gente sobre el regreso de Trump. Los primeros son los que dan la bienvenida a Trump. Consideran que su victoria electoral es positiva para los estadounidenses y para la paz en el mundo. Esta opinión está muy extendida en India y Arabia Saudí, pero también es popular en Rusia, Sudáfrica, China y Brasil. La mayoría de los que están en este grupo, además, consideran que el nuevo presidente será beneficioso para sus respectivos países.
En el otro extremo están los que “jamás aceptarán a Trump” y creen que su victoria es perjudicial para los estadounidenses y para la paz en el mundo. Son un grupo muy poco numeroso a nivel mundial; están concentrados en Europa, especialmente en el Reino Unido, donde constituyen la mitad de la población. Suelen representar a los progresistas que se oponen a él (no solo en Europa, sino también en Brasil, Corea del Sur y Turquía) y, en su mayoría, piensan también que la vuelta de Trump es mala para su propio país.
Las otras tres tendencias muestran opiniones más matizadas sobre la posible repercusión de Trump en la política mundial.
Algunos consideran que Trump es mejor para la paz en el mundo que para los ciudadanos estadounidenses. Es decir, dudan de que Trump sea bueno para los estadounidenses, pero creen que su reelección es una oportunidad para poner fin a los conflictos actuales. Son los que llamamos Buscadores de la Paz. Son especialmente numerosos en China, pero también forman un grupo considerable en Suiza y Ucrania (un caso especial, que analizamos más adelante).
La cuarta corriente está compuesta por quienes creen que la elección de Trump es peor para la paz en el mundo que para los ciudadanos estadounidenses. En general, viven en lugares que pueden correr peligro si Estados Unidos se retira de una mayor intervención en el mundo. En este grupo está la mitad de los surcoreanos, pero también se percibe esta opinión en Turquía, Indonesia, Sudáfrica, Brasil y Ucrania. Desde el punto de vista ideológico, muchos de ellos están en la derecha del espectro político, pero parecen pesimistas sobre las probables consecuencias de la política exterior de Trump. En ese sentido, puede decirse que están en una situación conflictiva.
Los últimos son los indecisos, que se reservan la opinión sobre lo que significa Trump para los ciudadanos estadounidenses o para la paz mundial y prefieren no dar una respuesta clara a ninguna de las dos preguntas. Esta actitud de “esperar a ver qué pasa” se observa sobre todo en Ucrania y Rusia, dos países que tienen buenos motivos para no querer sacar conclusiones prematuras sobre Trump.

Estas opiniones quizá reflejan un gran cambio de las ideas sobre el papel mundial de Estados Unidos. Con Trump, el país dejará de intentar promulgar sus valores y ser el defensor del orden internacional liberal en el mundo. La bienvenida de gran parte del mundo a la vuelta de Trump tal vez sea un preludio del fin de Estados Unidos como “leviatán liberal”, como dijo John Ikenberry.
Estados Unidos como gran potencia «normal»
Es posible que, fuera de Occidente, muchos piensen que la victoria de Trump es una buena noticia. Pero no creen que sea el comienzo de “Hagamos que Estados Unidos sea grande otra vez”. Prevén que China va a ser, como mínimo, igual de competitiva.
La encuesta demuestra que la mayoría de la gente de todo el mundo piensa que Estados Unidos sigue siendo una superpotencia o que su influencia puede seguir aumentando todavía más.

Sin embargo, la gente cree que China va a ser la mayor potencia mundial, por delante de Estados Unidos. Esta es una opinión mayoritaria en todas partes salvo en Ucrania, Corea del Sur, India y el propio Estados Unidos. En este último país, el número de personas que dicen que China va a convertirse en el país más fuerte es igual al de las que dicen que no.

Un dato llamativo es que, a pesar del consenso entre los dos grandes partidos de Estados Unidos sobre la amenaza estratégica que constituye China, la mayoría de los ciudadanos cree que las relaciones de su país con China no cambiarán o incluso mejorarán en los próximos cinco años. Los chinos también confían en que las relaciones bilaterales se mantengan estables o mejoren. Pero lo más sorprendente, quizá, es que, tanto en Estados Unidos como en China, la mayoría opina que la llegada de Trump podría aliviar las tensiones. No obstante, en China existe una visión más negativa de Estados Unidos: aproximadamente la mitad de los ciudadanos considera que el país norteamericano es un rival o un adversario. En cambio, solo piensa lo mismo sobre China algo más de un tercio de los estadounidenses.



El ascenso de China que se prevé en todo el mundo da a entender que la vuelta de Trump coincide con un momento en que el excepcionalismo geopolítico de Estados Unidos está empezando a disminuir. Es lógico que la gente piense que el nuevo presidente va a ejercer una política exterior centrada en el interés nacional por encima de todo. Si el presidente actúa según lo previsto, eso significaría que su país pasaría a ser una gran potencia más “normal”, más parecida a las otras grandes y medianas potencias actuales (excepto la UE) y a las grandes potencias de periodos históricos anteriores.
Las guerras de Biden frente a las promesas de paz de Trump
Una de las promesas electorales de Trump fue que acabaría con la guerra en Ucrania “en 24 horas”. Ha hecho el mismo tipo de audaces afirmaciones sobre el conflicto de Oriente Próximo. ¿Qué posibilidades creen que tiene los ciudadanos de distintas partes del mundo?
En casi todos los países encuestados, la mayor parte de la opinión pública cree que Trump logrará la paz. Muchos, sobre todo en India, Arabia Saudí, Rusia, China, Sudáfrica y el propio Estados Unidos, creen que su gobierno pondrá fin a los conflictos actuales. En cambio, esa opinión es más infrecuente en Europa y Corea del Sur.


La reputación de Trump como pacificador es importante por la idea de que Estados Unidos está muy vinculado a las guerras de Ucrania y Gaza. En países tan distintos como China, India y Turquía, una cantidad considerable de personas cree que esos conflictos forman parte de un enfrentamiento general entre Occidente y Rusia, o entre democracias y autocracias.


Fuera de Rusia y China, hay poca gente que piense que Ucrania es la única responsable de que se prolongue la guerra o que tiene más responsabilidad que Rusia. Sin embargo, muchos ciudadanos de las principales potencias no occidentales (sobre todo India, Indonesia, China y Arabia Saudí) consideran que Rusia y Ucrania tienen la misma responsabilidad por la prolongación de la guerra, lo cual le resulta muy conveniente a Putin, porque ese puede ser un punto de partida para que esos países apoyen la necesidad de obligar a Ucrania a hacer grandes concesiones si quieren alcanzar un acuerdo.
Un acuerdo de ese tipo es el resultado que parece más probable para la gente de todos los países excepto Rusia.


Es indudable que una paz humillante no es lo que prefieren los aliados occidentales de Ucrania. Aproximadamente un tercio de los encuestados en Estados Unidos y el Reino Unido y una cuarta parte en la UE siguen expresando su apoyo a una clara victoria de Ucrania, que incluya la recuperación de los territorios ocupados en la actualidad por Rusia. Otra cuarta parte de los encuestados en la UE, el Reino Unido y Estados Unidos quiere un acuerdo de paz en el que se ofrezca a Ucrania la entrada en la OTAN. Ese resultado supondría una victoria para los ucranianos y, desde luego, muy favorable para ellos y desfavorable para Rusia.

La verdadera novedad es cómo ha evolucionado la opinión pública en la propia Ucrania. En solo medio año, las expectativas de victoria se han desplomado, desde muy por encima de la mitad de los encuestados en mayo de 2024 a poco más de la tercera parte en noviembre del mismo año. La mayoría de los ucranianos supone hoy que habrá un acuerdo de compromiso.

Como hemos visto antes, en Ucrania las personas que creen que hay más probabilidades de paz con Trump son ligeramente más numerosas que las que piensan que lo es menos.
Ahora bien, los ucranianos que creen que la paz es más probable con el regreso de Trump no necesariamente están de acuerdo en cómo terminará la guerra ni, por tanto, en qué tipo de paz se está debatiendo. La tercera parte de ellos (es decir, poco más de la décima parte de la población total) cree que Ucrania ganará la guerra. Quizá confían en que Trump preste a Ucrania una ayuda militar más abundante y decisiva, la que, para su frustración, no les ha prestado el gobierno de Biden. Pese a ello, la mayor parte de este grupo (que corresponde a uno de cada cinco ucranianos) prevé que la guerra acabará con un acuerdo de compromiso. Puede que se hayan resignado a que, a corto plazo, sea imposible recuperar todo el territorio delimitado por las fronteras de 1991. Pero tal vez conservan la esperanza de que el territorio que sigue en manos del gobierno ucraniano pueda integrarse en las instituciones occidentales, ya sea mediante la adhesión a la UE, la incorporación a la OTAN, o la firma de acuerdos de seguridad similares a la OTAN con otros países europeos dispuestos a coaligarse.
Sin embargo, en la sociedad ucraniana no hay consenso sobre qué tipo de acuerdo sería aceptable y esas discrepancias podrían causar agitación política en el caso de que se entablen las negociaciones.

Una nueva estrategia para Europa en un mundo transaccional
Al recordar el primer mandato de Trump, a algunos europeos todavía les gusta imaginarse acompañados de muchos otros países de todo el mundo, tan alarmados como ellos por su regreso a la Casa Blanca. Sin embargo, en esta ocasión, los europeos están casi solos en su escepticismo, que contrasta con la opinión de otras partes del mundo.
Aunque la imagen mundial de Estados Unidos como superpotencia prácticamente no se ha alterado, lo que sí ha cambiado mucho es la posición que se prevé que va a ocupar en el orden internacional. En la encuesta que hicimos a finales de 2022 —cuando el gobierno de Biden y Europa compartían la misma indignación respecto a Putin por la invasión de Ucrania—, todavía era posible discernir un “Occidente unido”, aunque ya claramente “separado del resto” ante la guerra.
Ahora, en cambio, la vuelta de Trump ha dividido a Occidente. No solo hay discrepancias entre Estados Unidos y Europa (y otros aliados de Estados Unidos como Corea del Sur), sino también dentro de la UE, como se verá en un próximo informe del ECFR. Todos los países europeos tienen divisiones internas sobre el segundo mandato de Trump y, de los 11 Estados miembros de la UE incluidos en nuestra encuesta, varios países del sudeste del continente entre los 11 Estados miembros de la UE en nuestra encuesta destacan por tener una opinión más favorable. Es muy posible que ya no se pueda hablar de “Occidente” como un único actor geopolítico.
La gran tarea de los europeos, por consiguiente, es encontrar su lugar en un mundo más a la carta y de suma cero. Sus líderes no solo harían mal en creer que la victoria de Trump tiene que unir a los europeos. Cualquier intento de la UE de lograr la unidad oponiéndose frontalmente a Trump podría desembocar en grandes divisiones entre los Estados miembros y dentro de ellos.
No obstante, esta encuesta identifica tres tendencias que pueden servir de guía para los responsables europeos durante la segunda presidencia de Trump.
En primer lugar, la encuesta revela que los europeos saben bien cuáles son sus intereses concretos en la relación con Estados Unidos, pero también con otras potencias. Creen que Estados Unidos es el principal amigo de la UE y Rusia su principal enemigo y, en general, siguen considerando a otros —Turquía, China e India— como socios necesarios.

En segundo lugar, los ciudadanos de todo el mundo consideran que la UE es una gran potencia mundial. En casi todos los países hay una mayoría que piensa que el bloque es capaz de negociar de tú a tú con Estados Unidos y China. Irónicamente, los menos convencidos del poder europeo son los propios europeos, incluidos los británicos y los suizos.

Es más, aunque Europa se enfrenta a obstáculos extraordinarios en un mundo trumpiano y transaccional, muchos prevén que la influencia mundial de la UE aumentará o, por lo menos, seguirá siendo tanta como hoy. También en este aspecto, los ciudadanos europeos suelen ser más escépticos que los de los demás países.

En tercer lugar, la encuesta pone de relieve varias posibles alianzas para los europeos. En algunos países como Brasil, India y Sudáfrica, la gente, en general, cree que la UE es una potencia y la consideran aliada o socia. El reciente acuerdo comercial UE-Mercosur es un ejemplo del tipo de acuerdos que podría firmar una UE más unida.

También hay muchas posibilidades de asociación estratégica entre la UE y el Reino Unido, especialmente en relación con la guerra de Ucrania y la seguridad europea; y con Turquía, especialmente en relación con Oriente Próximo.
Esta encuesta demuestra que, en sus opiniones y prioridades, el Reino Unido sigue siendo un país europeo. Otra encuesta reciente del ECFR también mostró inequívocamente que los ciudadanos del Reino Unido y la UE desearían tener una relación más estrecha, frente a la amenaza de Putin y las dificultades que plantea Trump.
Turquía —una mediana potencia muy popular (a la que la mayoría de los países encuestados consideran sobre todo un socio)— es otro país con el que, a nuestro juicio, y entre las principales prioridades, la UE debe forjar una colaboración más real. Ankara no es un socio fácil para Bruselas, pero un acercamiento podría dar más influencia a la UE en la configuración del nuevo orden de Oriente Próximo, tener efectos beneficiosos para las esperadas negociaciones Rusia-Ucrania y reforzar la influencia europea en África.
Lo que debe hacer la UE para que la Casa Blanca de Trump la tome en serio es muy parecido a lo que debe hacer para ganar amigos e influir en todo el mundo. En vez de arrogarse la posición de árbitro moral del comportamiento de los demás, Europa debe fortalecerse internamente y buscar nuevas alianzas bilaterales para defender sus valores e intereses en un mundo de transacciones.
Metodología
Este informe se basa en una encuesta de opinión pública entre la población adulta (mayor de 18 años) llevada a cabo en noviembre de 2024 en 16 países europeos (Alemania, Bulgaria, Dinamarca, España, Estonia, Francia, Hungría, Italia, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Rusia, Suiza, Turquía y Ucrania) y ocho países no europeos (Arabia Saudí, Brasil, China, Corea del Sur, Estados Unidos, India, Indonesia y Sudáfrica). El número total de encuestados fue de 28.549.
En Rusia, Turquía y todos los países de fuera de Europa, los sondeos corrieron a cargo de Gallup International Association a través de una red de socios locales independientes y operadores de paneles internacionales mediante una encuesta por internet en: Brasil (1.000 encuestados; 18-25 de noviembre; a cargo de MarktAnalysis); China (1.005 encuestados; 12-21 de noviembre; a cargo de Distance/Dynata); Indonesia (1.000; 15-20 de noviembre; a cargo de DEKA); Rusia (1.000; 14-25 de noviembre; a cargo de Be Media Consultant); Arabia Saudí (1.002; 13-22 de noviembre; a cargo de Distance/Dynata); Sudáfrica (1.010; 12-21 de noviembre; a cargo de Distance/Dynata); Corea del Sur (1.000; 13-17 de noviembre; a cargo de Gallup Korea); Turquía (1.005; 12-21 de noviembre; a cargo de Distance/Dynata); y Estados Unidos (1.012; 15 de noviembre; a cargo de Distance/Survey Monkey). En India, el método fue la encuesta presencial (1.008; 20 de noviembre-4 de diciembre; a cargo de Convergent), debido a la mala calidad de internet en las ciudades pequeñas del país.
En Brasil, Indonesia, Arabia Saudí, Sudáfrica, Corea del Sur, Turquía y Estados Unidos, la muestra es representativa de la composición demográfica nacional. En China, la encuesta solo incluyó a entrevistados residentes en las cuatro mayores aglomeraciones del país: Pekín, Guangzhou, Shanghái y Shenzhen. En India, no se incluyeron zonas rurales ni ciudades de tercera categoría. Y en Rusia, solo se hicieron entrevistas en ciudades de al menos 100.000 habitantes. Por consiguiente, los datos de China, India y Rusia deben considerarse representativos únicamente de la población abarcada en la encuesta. Además, dado el carácter políticamente delicado de algunas preguntas, conviene interpretar los resultados de China, Rusia y Arabia Saudí con cautela y tener en cuenta la posibilidad de que algunos entrevistados sintieran que no podían expresar sus opiniones con libertad.
En los demás países europeos, las encuestas las hicieron por internet Datapraxis y YouGov en Bulgaria (1.014; 7-29 de noviembre); Dinamarca (1.099; 7-26 de noviembre); Francia (2.017; 7 de noviembre-2 de diciembre); Alemania (2.003; 7-28 de noviembre); Hungría (1.023; 7-28 de noviembre); Italia (1.531; 7-29 de noviembre); Polonia (1.063; 7-29 de noviembre); Portugal (1.000; 7-27 de noviembre); Rumanía (1.010; 7-26 de noviembre); España (1.030; 7-27 de noviembre); Suiza (1.082; 8-26 de noviembre) y Reino Unido (2.073; 7-26 de noviembre). En Estonia, las encuestas las llevaron a cabo Datapraxis y Norstat (1.061; 11 de noviembre-5 de diciembre). En Ucrania, las encuestas corrieron a cargo de DataPraxis y Rating Group (1.501; 15-20 de noviembre) mediante entrevistas telefónicas (CATI) a números de teléfono seleccionados de forma aleatoria. Después se ponderaron los datos con arreglo a criterios demográficos básicos. Es difícil tener completamente en cuenta los cambios de población causados por la guerra, pero se han hecho ajustes para incorporar el territorio ocupado por Rusia. Esto, unido al método de de muestreo probabilístico, asegura más la representatividad de la encuesta y refleja en general las opiniones de la población ucraniana en una situación de guerra.
En este informe, los resultados de “la UE” corresponden a un promedio simple de los once Estados miembros de la UE incluidos en la muestra (Alemania, Bulgaria, Dinamarca, España, Estonia, Francia, Hungría, Italia, Polonia, Portugal y Rumanía), salvo que se indique lo contrario.
La segmentación en los diferentes grupos de opinión sobre Trump que se hace en este informe se basa en las respuestas a dos preguntas: “¿Cree que la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos es buena o mala para los ciudadanos estadounidenses?” y “¿Cree que la elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos es buena o mala para la paz en el mundo?” En cada pregunta, las opciones disponibles eran: “muy buena”, “bastante buena”, “ni buena ni mala”, “bastante mala”, “muy mala” y “no sé”. Se clasificó a los encuestados en cinco categorías diferentes con arreglo a los siguientes criterios:
- Los que “dan la bienvenida a Trump” son quienes respondieron “muy buena” o “bastante buena” a las dos preguntas;
- Los que “jamás aceptarían a Trump” respondieron “muy mala” o “bastante mala” a las dos preguntas;
- Los “indecisos” respondieron “ni buena ni mala” a las dos preguntas;
- Los “buscadores de paz” respondieron “muy buena” o “bastante buena” a la pregunta de cómo va a ser la presidencia de Trump para la paz en el mundo, pero “muy mala”, “bastante mala” o “ni buena ni mala” a cómo va a ser para los ciudadanos estadounidenses;
- Los que están “en situación conflictiva” respondieron “muy buena” o “bastante buena” a la pregunta de lo que va a ser su presidencia para los ciudadanos estadounidenses, pero “muy mala”, “bastante mala” o “ni buena ni mala” a lo que va a ser para la paz en el mundo; o respondieron “ni buenas ni malas” sobre sus consecuencias para los ciudadanos estadounidenses, pero “muy malas” o “bastante mala” sobre sus consecuencias para la paz en el mundo.
Los demás encuestados —que respondieron “no sé” al menos a una de las dos preguntas— no se han englobado en ninguna de estas cinco categorías, sino que se consideran “El resto”.
El siguiente gráfico muestra las segmentaciones:

Sobre los autores
Timothy Garton Ash es catedrático emérito de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford y miembro fundador del ECFR. Su último libro es Homelands: A Personal History of Europe.
Ivan Krastev preside el Centro de Estrategias Liberales de Sofía y es investigador permanente del Instituto de Ciencias Humanas de Viena. Es autor de ¿Ya es mañana? Cómo la pandemia cambiará el mundo, entre otras publicaciones.
Mark Leonard es cofundador y director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Es autor de The Age of Unpeace: How Connectivity Causes Conflict. Además, presenta el podcast semanal de ECFR “World in 30 Minutes”.
Agradecimientos
Esta publicación no habría sido posible sin el extraordinario trabajo del equipo de ECFR Unlock, en particular de Pawel Zerka, que llevó a cabo una labor increíble con el análisis de los datos para resaltar las tendencias fundamentales y ayudar a los autores a pulir sus argumentos. Adam Harrison editó magníficamente varios borradores y mejoró enormemente la fluidez narrativa del texto. Andreas Bock se encargó de la difusión estratégica en los medios y Nastassia Zenovich de la visualización de los datos. Susi Dennison y Josef Lolacher hicieron sugerencias sensibles y útiles sobre el contenido y Anand Sundar nos ayudó a aclararnos con los sucesivos borradores. A pesar de estas aportaciones tan numerosas y variadas, cualquier error es responsabilidad de los autores.
La encuesta y el análisis aquí presentes son fruto de la colaboración entre ECFR y el proyecto Europa en un Mundo Cambiante del Programa Dahrendorf del St Antony’s College, en la Universidad de Oxford. ECFR ha trabajado en este proyecto con Stiftung Mercator, la Fundación Calouste Gulbenkian, Think Tank Europa y el Centro Internacional para la Defensa y la Seguridad.
Este informe forma parte de Re:Order y ha sido posible gracias a la ayuda de Stiftung Mercator, pero no necesariamente representa sus opiniones.
Policy Brief traducido por María Luisa Rodríguez Tapia
El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.