La era post-Putin comienza en marzo de 2018
Después de las elecciones rusas de marzo de 2018, el comportamiento de las élites del país se definirá por la expectativa de la marcha del presidente
Es Putin y no el Estado ruso el que ha recuperado el estatus de gran potencia.
Las elecciones rusas de marzo de 2018 marcarán la llegada de la era post-Putin a la política interna de Rusia, aunque, según un nuevo informe del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR por sus siglas en inglés), Putin ganará la reelección.
Después de la votación, tanto Putin como otros miembros clave de la élite comenzarán a planificar la marcha del presidente. Para Putin, esto significa empoderar a una nueva generación de líderes tecnocráticos, que seguirán siendo leales a él y conservarán sus políticas una vez que se haya ido.
Para otros, significa construir o reforzar circunscripciones políticas nacionales, y demostrar su poder anticipándose a la competencia después de que Putin deje el cargo.
Igor Sechin, el poderoso jefe de Rosneft (empresa de petróleo propiedad del gobierno ruso), demostró recientemente su influencia en las agencias de seguridad y el sistema judicial al organizar el juicio de Alexei Ulyukaev por su oposición a la toma de control de Bashneft (empresa petrolífera rusa) por parte de Rosneft. De manera similar, el líder checheno Ramzan Kadyrov mostró su capacidad para movilizar a los musulmanes en Rusia organizando una protesta espontánea en Moscú contra la persecución de los musulmanes Rohingya en Myanmar.
El cambio en la estrategia política del líder opositor Alexei Navalny es una demostración más de la llegada de una Rusia post-Putin. En lugar de simplemente exponer la corrupción del régimen (como lo ha hecho con videos populares dirigidos a Vladimir Yakunin, Dmitry Medvedev y, más recientemente, Sergei Prikhodko), Navalny está ahora trabajando en mostrar al público que los previstos sucesores de Putin no son aptos para gobernar el país.
A pesar de los mejores esfuerzos de Navalny y de que el mandato de Putin ha provocado una disminución sostenida del nivel de vida, es poco probable que, después de Putin, Rusia sea contraria a Putin. No hay una masa crítica de personas que exijan un cambio radical, y los jóvenes se encuentran entre los grupos más conservadores y partidarios de Putin en la sociedad.
Muchos observadores occidentales no logran comprender que, para la mayoría de los rusos, Putin no es simplemente un presidente sino el verdadero fundador del Estado ruso postsoviético. Desde la anexión de Crimea en 2014, las encuestas de opinión indican que los rusos ven a Putin como una figura histórica en lugar de un representante electo.
Por lo tanto, su sucesor, quienquiera que sea, tendrá que defender el legado de Putin. Por esta razón, Moscú probablemente mantendrá sus objetivos actuales en política exterior incluso después de la salida de Putin del Kremlin. Pero sin él, Rusia será un jugador internacional débil: es Putin y no el Estado ruso el que ha recuperado el estatus de gran potencia.
Nota a los editores
Los autores, Ivan Krastev y Gleb Pavlovsky, están disponibles para preguntas. Para solicitar una entrevista por favor contactar con el jefe de comunicación Conor Quinn en el +44 7413 636 323 o a través de [email protected].
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