De cara al buen tiempo: cómo maximizar el potencial del Pacto Verde Europeo para el Norte de África y Europa

Morocco’s Noor-Ouarzazate Solar complex
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Resumen

  • Los países norteafricanos poseen un gran potencial para convertirse en importantes socios de la transición energética de Europa a medio y largo plazo.
  • La UE y sus países miembros pueden hacer un uso más intensivo del Pacto Verde Europeo para dirigir la inversión en el Norte de África a favor de la energía limpia.
  • A los gobiernos de la región les preocupa el impacto de algunas herramientas de descarbonización de la UE, como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono. Los europeos pueden mitigar algunos de estos temores por medio del compromiso político, la inversión financiera y el asesoramiento sobre transición energética.
  • Unas nuevas colaboraciones entre los países de la UE y el Norte de África también ofrecen la oportunidad de conseguir progresos en otros aspectos medioambientales más generales, incluida la biodiversidad, y de incorporar un enfoque basado en los derechos humanos.

Introducción

“La tarea definitoria de esta generación”: así es como la Comisión Europea describe la crisis climática. La Unión Europea se ha propuesto convertirse en la primera economía del mundo en alcanzar la neutralidad climática; su primer objetivo es reducir las emisiones en al menos el 57 por ciento para 2030 y después alcanzar la neutralidad climática en toda la UE para 2050. Para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero, la Comisión Europea adoptó en 2019 el Pacto Verde Europeo, una estrategia de transformación integral para la energía, el transporte y el suministro de alimentos.

El Norte de África podría convertirse en un importante socio de la transición energética de Europa si la UE da los pasos correctos en los próximos años. El Norte de África tiene un enorme potencial para las energías renovables, y en especial la solar y la eólica, cuyos excedentes podrían exportarse a Europa con relativa facilidad. Si bien no es una solución a corto plazo para los problemas asociados a los combustibles fósiles de los europeos tras la invasión rusa de Ucrania, la electricidad limpia del Norte de África sería una importante opción a medio plazo para ayudar a diversificar la matriz energética de Europa y reducir la dependencia en la importación de combustibles fósiles a largo plazo.

La región también es un lugar prometedor para la futura producción de hidrógeno verde, una fuente de energía que probablemente será esencial para que la UE cumpla sus objetivos climáticos en los sectores de difícil descarbonización. La región también alberga materias primas críticas (CRM, por sus siglas en inglés) necesarias para la transición energética, lo que ofrece a la UE la oportunidad de diversificar sus cadenas de suministro para las tecnologías de energía limpia. Además, la población activa del Norte de África joven y cualificada no solo brinda a la UE una posible mano de obra que fabrique tecnología a menor distancia que los mercados asiáticos, sino también las competencias necesarias para una importante cooperación en ámbitos como la investigación y el desarrollo (I+D).

Todo esto debe avanzar mientras se ayudan a los países del Norte de África a reducir sus propias emisiones de carbono, también en sus tecnologías relacionadas con la energía. A los gobiernos de la región les preocupa, como a los de otros lugares, el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (MAFC) propuesto por la UE, ya que temen que sus economías se vean excesivamente afectadas. Una cooperación más estrecha entre los países europeos y norteafricanos pueden ayudar a mitigar esas preocupaciones. La UE tendrá que ayudarlos a producir energía y otros productos que no infrinjan las normas del MAFC, pero que a su vez genere puestos de trabajo, aumente la prosperidad nacional y refuerce los presupuestos de los gobiernos nacionales. Esta cooperación también puede promover una integración intrarregional del comercio y las redes entre los países norteafricanos que ayude aún más a sus economías.

El Pacto Verde Europeo representa una amplia oportunidad para emprender esta transformación a ambos lados del Mediterráneo. En este informe de políticas se identifican aquellas partes del Pacto Verde Europeo que pueden ser ventajosas para los países de la UE y del Norte de África, al ayudarles a desarrollar una seguridad energética a largo plazo y garantizar los beneficios medioambientales. También se analizan los principales obstáculos que la UE tendrá que superar, incluidas las dificultades operativas en los entornos de inversión de cada lugar y cómo puede el bloque asegurarse de incorporar un enfoque basado en derechos dentro de sus intervenciones en el marco del Pacto Verde Europeo.

El potencial energético del Norte de África

Los países del Norte de África poseen un considerable potencial de recursos solares y eólicos, se ubican estratégicamente entre Europa y el África subsahariana y mantienen unos sólidos lazos políticos y económicos con los Estados y empresas europeos. La región podría convertirse en un importante actor en las cadenas de valor de energía limpia.

Los gobiernos del Norte de África han mostrado con anterioridad su interés en asociarse con sus homólogos europeos en materia de energía limpia, ya que la electricidad generada a partir de energías renovables puede ser económica y políticamente atractiva. Este es especialmente el caso de Marruecos y Túnez, que son importadores netos de energía. El Norte de África también es sumamente vulnerable a los efectos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, unas mayores sequías, a la desertificación y a los fenómenos climáticos extremos, todos los cuales afectarán al agua y la seguridad alimentaria del Norte de África, así como a su seguridad energética. Marruecos y Egipto tienen un alto grado de dependencia en la hidroenergía. La energía verde y sus cadenas de valor relacionadas encajan con las prioridades de algunos gobiernos norteafricanos en sus políticas, como la atracción de inversión extranjera, la promoción de la diversificación económica y la creación de empleo, el desarrollo de nuevos sectores de exportación y, en casos como los de Marruecos, Egipto y Túnez, el posicionamiento internacional como líderes “verdes”.

La innovación en las tecnologías limpias se ajusta bien a las prioridades de todos los gobiernos norteafricanos en sus políticas, ya que desean generar empleo de alta cualificación para sus poblaciones jóvenes y con un alto nivel de estudios, especialmente en los ámbitos científicos. La región ya cuenta con una masa de talento preparada para el I+D, y con un gran conjunto de personal cualificado para realizar aquellos trabajos que requieren una mayor concentración de mano de obra, de modo que sus mercados laborales pueden sostener a los sectores industriales innovadores. Los inversores europeos y los desarrolladores de tecnología podrían utilizar la capacidad de investigación existente en el Norte de África para cooperar en el campo de las tecnologías bajas en carbono, incluida la búsqueda de soluciones que también puedan aplicar los vecinos subsaharianos de la región. Además, la posición geográfica del Norte de África puede ayudar a reforzar y diversificar las cadenas de suministro europeas para los productores de materias primas del África subsahariana. Marruecos, por ejemplo, ha estado negociando con los fabricantes de baterías para vehículos eléctricos europeos la apertura de una fábrica en el país, con el objetivo de integrar su producción de cobalto en una estrategia ya existente de desarrollo del sector de la automoción. Esas formas de cooperación podrían producir resultados positivos para ambas partes.

Antes de que todos estos beneficios se puedan materializar, los países norteafricanos necesitarán, por su parte, superar el bloqueo político que existe en algunos de ellos, lo cual ha sido desde hace mucho tiempo un escollo para la cooperación transfronteriza y el comercio energético. Por ejemplo, las difíciles relaciones entre Marruecos y Argelia, países vecinos y dos de los mayores productores de electricidad del Norte de África, se remontan a varias décadas. En los últimos años han resurgido las tensiones en torno a su frontera común, así como las viejas tensiones acerca del territorio del Sáhara occidental, cuyo dominio marroquí es impugnado por el movimiento independentista Polisario, que recibe el apoyo de Argelia. Egipto, en el otro extremo de la región, es un socio atractivo para el comercio de la electricidad basada en las energías renovables, ya que se encuentra dentro del área del Comité de Electricidad del Magreb (COMELEC), aunque el país está aislado de facto del resto de los vecinos norteafricanos por Libia, donde la inestabilidad política ha imposibilitado el uso de la red eléctrica egipcia para las transferencias de electricidad regionales. Puesto que es dudoso que esta situación cambie en el futuro cercano, los socios de los europeos más probables en el corto plazo serán Marruecos, Argelia y Túnez, aunque los responsables de las políticas en Europa también deberían tener en cuenta la posibilidad de una cooperación con Egipto. Es indudable que Libia se beneficiaría de unas nuevas asociaciones energéticas con Europa, pero, a la luz de la situación actual, esa cooperación parece bastante remota.

A los gobiernos del Norte de África también les interesa proteger su acceso a Europa para las exportaciones actuales, como la producción agrícola, los productos manufacturados y los combustibles fósiles. Existe la posibilidad de que, a partir de 2026, el nuevo MAFC —que gravará los productos intensivos en carbono— afecte negativamente a los socios comerciales del sur del Mediterráneo. Sin embargo, los europeos podrían asimismo ayudar a los países norteafricanos a beneficiarse de la menor intensidad en carbono de sus productos en comparación con otros fabricados más lejos. Marruecos y Túnez ya se están posicionando en esta vía al aumentar su participación en la generación de electricidad basada en las energías renovables.

Los sectores industriales de la energía limpia y sus cadenas de valor tienen mucho que ofrecerles a los países norteafricanos, sobre todo si los gobiernos de la región logran progresar en la integración de sus mercados eléctricos regionales, en la armonización regional de los estándares tecnológicos y, en el largo plazo, en la cooperación para el acceso de terceros a los gasoductos. Además, dada la importancia de la región para otras partes del continente africano, este potencial de crecimiento se extiende más allá de la generación de energía. Bien gestionadas, unas nuevas fuentes de ingresos podrían permitir también que los gobiernos implementen unas reformas más amplias, como la reestructuración de los servicios públicos y los mercados energéticos, la reducción de las subvenciones energéticas y la renovación de los sistemas de seguridad social.

El interés de Europa

En cuanto socios en el nuevo e importante desarrollo industrial del Norte de África, los europeos tendrían un mayor acceso a la energía limpia y la posibilidad de diversificar sus cadenas de suministro para las tecnologías de este tipo de energía. También tendrían un mayor acceso a los círculos legislativos del Norte de África, y, por tanto, mayor capacidad para reforzar su defensa de la reforma y la gobernanza democráticas junto a la persecución de los objetivos de la UE en materia climática y medioambiental. Sin una sólida implicación europea, es probable que los países norteafricanos recurran a otros proveedores dominantes en las cadenas de valor de la energía limpia, y en especial a China.

La UE posee las herramientas para convertir la transición verde en una oportunidad social y económica más allá de las fronteras de Europa, y crear un motor para la recuperación tras la pandemia mundial de COVID-19. La Comisión Europea ha hecho hincapié en que la UE no podrá, por sí sola, hacer realidad sus ambiciones climáticas y medioambientales recogidas en el Pacto Verde Europeo.

La UE y el Norte de África han cooperado por medio de una alianza estratégica durante décadas; están unidas por la geografía, el comercio y la inversión, los flujos financieros y de ayuda al desarrollo y los lazos diplomáticos. La política de vecindad meridional de la UE para el Mediterráneo abarca a los países norteafricanos, e incluye la cooperación en materia de biodiversidad, conservación, acción climática y energía sostenible. Desde la perspectiva de la UE, esta alianza refleja unos intereses tanto económicos como políticos: desde el acceso a los recursos naturales norteafricanos como el mantenimiento de la influencia política para tratar de controlar la inmigración que llega a la UE a través del Mediterráneo.

La UE no se sirve del paraguas del Pacto Verde Europeo u otros instrumentos de financiación climática para promover la inversión colaborativa en las tecnologías limpias. Debería aprovechar esta oportunidad y, al mismo tiempo, adoptar un plan común a largo plazo para la infraestructura de gasoductos ya existente en el Norte de África (para el transporte del gas natural, y optar cada vez más por el hidrógeno, a medida que se vuelva viable). En conjunto, estas medidas podrían vertebrar una estrategia a largo plazo capaz de conseguir apoyo político en Argelia, y tal vez en una futura Libia posconflicto: ambos países siguen dependiendo en gran medida de las exportaciones de hidrocarburos y, por tanto, son los más escépticos respecto a la transición energética de Europa. Esta política también podría ayudar a otras estrategias recogidas en el Pacto Verde Europeo, como el REPowerEU, un plan de la Comisión Europea que comprende numerosas medidas para acabar con la dependencia europea de los combustibles fósiles rusos y “acelerar drásticamente la transición hacia una energía limpia” en cooperación con nuevos socios de todo el mundo.

Los países miembros de la UE también tienen desde hace tiempo sus propios planes para llevar a cabo la transición desde los combustibles fósiles hacia una energía más limpia a través de una mezcla de estrategias nacionales y europeas. También han establecido relaciones bilaterales con los países norteafricanos en este contexto. No es la primera vez que políticos y científicos apuntan al Norte de África como fuente de electricidad limpia para Europa, como reflejó la hoy abandonada Iniciativa Industrial de Desertec que, encabezada por Alemania, preveía la construcción de una red de parques solares en el Sáhara.

El Pacto Verde Europeo aspira a ampliar la aplicación comercial de las innovaciones revolucionarias en la tecnología limpia. Al diversificar las cadenas de suministro en el sector, la UE espera reducir su dependencia de los actores dominantes, incluidos Estados Unidos y China. La mano de obra cualificada del Norte de África brinda a los países el potencial para convertirse en socios importantes de esta iniciativa. Los europeos deberían tratar de desarrollar cadenas de suministro seguras, rentables, éticas y sostenibles para las tecnologías relacionadas con la transición amparadas por un marco común.

Horizonte Europa, el programa de investigación e innovación de la UE, también podría ser un importante instrumento de apoyo a la I+D en el Norte de África. Entre sus ejes principales están el cambio climático y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, y provee una línea de financiación específica para la investigación y la innovación, incluido un fondo común de más de 90 millones de euros para su desembolso entre 2021 y 2027, abierto a los países no pertenecientes a la UE. En Europa, los responsables de las políticas tendrán que pensar en cómo “vender” la creación de empleo resultante en sus respectivos países; los dirigentes políticos podrían enfrentarse a las preguntas sobre el dinero público empleado para generar puestos de trabajo en el sector de la energía verde fuera de la UE. Sin embargo, podrán señalar la importancia de apoyar la estabilidad de los vecinos de Europa al sur del Mediterráneo, de reducir la inmigración procedente de allí y asegurar el acceso a las nuevas cadenas de valor de la tecnología de la energía limpia.

La guerra en Ucrania conlleva la posibilidad de que el Norte de África vuelva a ser epicentro de un intensificado comercio interregional basado en las energías renovables. Aunque se trataría de un proceso a medio plazo, el desarrollo de las exportaciones de electricidad basadas en las energías renovables —y, posiblemente, de hidrógeno— podría ofrecer en el futuro una alternativa a una mayor importación de gas natural (ruso o de otros países), además aumentar la seguridad de la cadena de suministro en el largo plazo.

En el Norte de África ya existe un considerable interés en estos asuntos, como demuestra, por ejemplo, la firma de un Memorando de Entendimiento para el establecimiento de una Asociación Verde entre Marruecos y la UE en octubre de 2022. Esto, así como la posible asociación entre la UE y Túnez de carácter parecido y actualmente en proceso de desarrollo, podría beneficiarse de una mayor implicación europea. Para ello, la UE debería valerse de las disposiciones del Pacto Verde Europeo y otras herramientas similares —como el Plan de Inversiones para una Europa Sostenible, el Mecanismo para una Transición Justa, la Estrategia sobre Biodiversidad de la UE y Horizonte Europa— para el fomento del desarrollo en el Norte de África.

Una cooperación más estrecha también podría acometer otras preocupaciones medioambientales importantes relativas a la producción de energía en el Norte de África. Por ejemplo, según la Agencia Internacional de la Energía (IEA), las emisiones de metano de Argelia, Egipto y Libia rondaron en conjunto los 10 millones de toneladas en 2019, el 12 por ciento de las emisiones mundiales de metano de petróleo y gas. La región también libera más del 10 por ciento mundial del volumen de gas quemado, lo que representa “el desperdicio de una gran oportunidad económica y medioambiental”, según la IEA (el quemado del gas es un proceso relacionado vinculado a la extracción del petróleo). Calcula que se podría evitar entre el 40 y el 55 por ciento de las emisiones de metano de la región sin costos netos, y señala que existen “amplias oportunidades rentables” para reducirlas. Por último, Marruecos utiliza la generación de energía a base de carbón con un alto nivel de emisiones que provoca una fuga de carbono en España, donde las exportaciones de energía a base de carbón marroquíes compiten con precios más baratos con los productores españoles.

Además, la capacidad de Europa para canalizar la inversión a gran escala en las tecnologías de energía limpia y las cadenas de valor en el Norte de África comporta una serie de obligaciones políticas y éticas, así como ciertas restricciones por ley. Una de ellas es la voluntad de vincular las inversiones verdes europeas a enfoques basados en los derechos, de modo que los gobiernos de la región no las instrumentalicen para legitimar un régimen represor. El modo en que los anfitriones egipcios de la COP27 trataron a las ONG críticas con el gobierno antes y durante la conferencia ejemplifica lo mucho que se diferencian sus posturas políticas respecto a las de los Estados de la UE en lo que concierne a asuntos como la inclusividad, la representación, los derechos civiles y la rendición de cuentas institucional. Estos temas podrían plantear dificultades cuando en el futuro se implanten los grandes proyectos “verdes” en el Norte de África.

Confianza y desconfianza

En marzo de 2022, el Consejo Europeo accedió a introducir el MAFC, un instrumento diseñado para reducir la intensidad en carbono de los productos. Es probable que esta medida afecte a todos los socios comerciales de la UE, y a muchos, de forma negativa. El MAFC sigue los ya estipulados estándares regulatorios del Pacto Verde Europeo, como los relativos a los productos agrícolas: el objetivo del paquete de medidas de la estrategia “De la granja a la mesa” es que los productos agrícolas sean más sostenibles. Sin embargo, ambas políticas establecen barreras adicionales no arancelarias a la agricultura norteafricana y a otros productos exportados a la UE.

Los países norteafricanos comprenden los mayores socios de comercio de mercancías en África, que exportan desde productos agrícolas y fertilizantes hasta textiles y productos manufacturados. A partir de 2026, los fertilizantes y la electricidad requerirán certificados MAFC. Los productos agrícolas, además, podrían encontrarse con más obstáculos en su acceso al mercado europeo, a menos que los productores agrícolas norteafricanos encuentren el modo de cumplir mejor con los estándares de la UE según lo reglamentado por el Pacto Verde Europeo. Aun así, la proximidad del Norte de África con el mercado europeo será un activo frente a los productores agrícolas de otras partes del mundo, ya que un trayecto más corto comporta la posibilidad de unas emisiones más bajas.

La cooperación europea con los socios comerciales norteafricanos a través de los mecanismos del Pacto Verde Europeo debería concentrarse en las herramientas y los foros que ayuden a gobiernos y empresas a reducir las emisiones en las exportaciones a Europa. En este sentido, el diálogo con los terceros países propuesto por el Consejo Europeo, a través de un nuevo “club del clima” del G7, serviría de foro para debatir las políticas de fijación de precios del carbono y las soluciones para los países en desarrollo que sean socios comerciales de la UE. El Pacto Verde Europeo podría, por ejemplo, proporcionar apoyo financiero a los socios norteafricanos para invertir en la reducción de la huella de carbono de los sectores industriales clave, y atajar las altas fugas de metano de la región. Las instituciones de la UE podrían brindar orientación sobre los cambios regulatorios en cada país, prestar ayuda financiera para acometer planes de eficiencia energética, de modo que los fabricantes puedan exportar a Europa.

Sin embargo, si el público norteafricano percibe estos programas como meros instrumentos para las prioridades medioambientales (y políticas) europeas, es improbable que los acepten, y también los legisladores evitarán involucrarse en ellos. Por tanto, los responsables de tomar las decisiones en Europa y el Norte de África tendrán que asegurarse de que dichas políticas se acompañen de un verdadero diálogo, a nivel local y nacional, con los organismos públicos, los sectores industriales, las empresas y el público, y de una difusión de la información acerca de los riesgos y los beneficios de los nuevos estándares medioambientales. Este es un reto que merece la pena emprender: la cooperación entre la UE y el Norte de África tiene el gran potencial de convertir la protección medioambiental en la norma general al conseguir unas claras reducciones de la contaminación, una mejor calidad del aire y acordar designaciones creíbles de áreas protegidas. La visibilidad política de esa cooperación a ambos lados del Mediterráneo elevaría la acción medioambiental y climática a la categoría de herramienta clave para fomentar el desarrollo sostenible, la industrialización y la creación de empleo.

Principales áreas de oportunidad

La UE y los países miembros deberían considerar apostar por el comercio en cuatro áreas del sector energético: la energía eólica y solar, la bioenergía, el hidrógeno verde y el gas natural como combustible de transición. También brindan unas considerables oportunidades las CRM, que son vitales para las tecnologías modernas, incluido el sector de la energía limpia.

Energía eólica y solar

El Norte de África tiene parte del gran potencial del continente para las energías solar y eólica. Las cifras hablan por sí mismas. La radiación solar media anual en la región ronda los 2200 kWh/m2; la velocidad del viento media alcanza un máximo de 7 m por segundo, y 9,5 m en Argelia, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA). IRENA calcula que se pueden instalar capacidades de hasta 2792 GW para la energía solar y 223 GW para la eólica, una capacidad 12 veces mayor que la capacidad total de generación de electricidad en África y 2,5 veces mayor que toda la producción de electricidad en Europa en 2021. Este inmenso potencial, unido a su proximidad con el mercado europeo, hace que el Norte de África pueda ser en el futuro el más importante socio comercial de Europa en el ámbito de las energías renovables.

Debido a la caída de los costos de la inversión en las energías solar y eólica en el Norte de África, estas opciones tecnológicas resultan altamente competitivas en el corto plazo. El costo medio de instalación de paneles solares fotovoltaicos en el Norte de África disminuyó desde los 2000 dólares/kW a los 1306 dólares/kW en 2019; y de los 1795 dólares/kW en 2015 a los 1448/kW en 2019 en el caso de la energía eólica, según IRENA. La agencia dice que los costos de la energía solar en el Norte de África podrían seguir reduciéndose mediante el despliegue en los servicios públicos de plantas de baterías. Esto podría suponer un punto de inflexión para el despliegue de las energías renovables en toda la región.

La infraestructura que permite el comercio de electricidad en todo el Mediterráneo ya está en su mayor parte implementada. Los países de la UE y del Norte de África podrían cooperar para ampliarla con relativa facilidad. España y Marruecos están interconectadas por dos líneas eléctricas directas, y se acordó la construcción de una tercera en 2019, que estará operativa en 2026. El comercio de electricidad renovable entre Europa y el Norte de África es, por tanto, una opción realista en el corto plazo.

Las redes eléctricas nacionales del Norte de África también están interconectadas, de modo que ya se dispone de los requisitos técnicos previos para impulsar el comercio de la electricidad a nivel intrarregional. Además, existe la posibilidad de aprovechar las diferencias intrarregionales en los picos de demanda y las variaciones climatológicas en la generación de energía renovable entre el este y el oeste del sur del Mediterráneo; COMELEC abarca Argelia, Libia, Mauritania, Marruecos y Túnez, pero la coordinación es esporádica y las transferencias de electricidad entre los países siguen siendo limitadas. Sin embargo, existe un marco para que los países exporten parte de su electricidad y obtengan nuevos ingresos. Con la asistencia técnica de sus socios de la UE en la comercialización de la electricidad, esas ventas podrían ser un factor crucial para fomentar unos mayores flujos de electricidad a través de las distintas regiones y la cooperación política.

Varias redes nacionales del Norte de África también están interconectadas con las redes eléctricas de regiones o países vecinos, lo que significa que existe la opción de ampliar el futuro comercio e intercambio de energías renovables más allá del norte de África, con el consiguiente aumento potencial del mercado para la electricidad limpia norteafricana. La red de Marruecos está conectada con el West African Power Pool, que cubre Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Gambia, Ghana, Guinea-Bissau, Liberia, Mali, Mauritania, Nigeria, Senegal, Sierra Leona y Togo. Egipto está vinculada con el Eastern Africa Power Pool, igualmente amplio, compuesto por Burundi, Yibuti, la República Democrática del Congo, Etiopía, Kenia, Libia, Ruanda, Sudán, Uganda y Tanzania. En 2021, Egipto y Arabia Saudí firmaron un acuerdo para construir una interconexión adicional a través del mar Rojo, dándole a Egipto acceso a otro gran mercado eléctrico con importantes planes para las energías renovables.

Biocombustibles

Europa también podría considerar al Norte de África, y en especial a Egipto, para la cooperación en el ámbito de la bioenergía; por ejemplo, para el uso de biocombustibles para el transporte. En 2021, la UE actualizó su Directiva de Energías Renovables (RED): la hizo legalmente vinculante e introdujo nuevas reglas y objetivos para tener en cuenta los riesgos que el mercado de los biocombustibles plantea para las tierras de cultivo y los sumideros de carbono como los bosques y humedales. El propósito es restringir los combustibles con riesgo de un alto “cambio indirecto de uso del suelo” (ILUC) y establece los criterios para la certificación de los biocombustibles de bajo riesgo ILUC, además de otros relacionados con la sostenibilidad. Es probable que estos cambios dificulten la obtención de biocombustibles a través de los canales tradicionales. Por tanto, la UE necesita considerar a otros países para obtener una bioenergía que cumpla con los criterios de sostenibilidad.

El Norte de África cuenta con materias primas de biomasa sostenibles, como los residuos agrícolas y orgánicos, siempre y cuando los suministros estén respaldados por la debida certificación. Los países europeos podrían asegurarse una fuente de biocombustible para cumplir el objetivo del REDII de la UE de que, para 2030, el 32 por ciento de la energía consumida provenga de las renovables. Las colaboraciones podrían concentrarse en mejorar la certificación, implicar a los productores locales, garantizar la sostenibilidad de las exportaciones y desarrollar mercados de exportación. Los productores de bioenergía norteafricanos podrían solicitar varios certificados independientes para demostrar su acatamiento de los requisitos de la UE, mientras que los gobiernos norteafricanos y la UE podrían, paralelamente, asociarse para trabajar en proyectos medioambientales y ampliar las áreas protegidas y financiadas por los fondos asociados al Pacto Verde Europeo, la Estrategia sobre Biodiversidad de la UE y el Fondo Social para el Clima europeo.

Hidrógeno verde

El hidrógeno es un vector energético relativamente nuevo cuya importancia crecerá probablemente en las próximas décadas. Se puede generar a partir de varias fuentes de energía existentes, incluidos los combustibles fósiles. El más relevante para la transición energética es el “hidrógeno verde”, que es hidrógeno generado mediante el uso de energía renovable. Al permitir la conversión y el transporte de la energía limpia en una forma distinta a la electricidad, el hidrógeno verde podría, en el futuro, ayudar a la descarbonización de los sectores difíciles de electrificar —y, por tanto, de descarbonizar—, y en especial las industrias con un alto consumo de energía, como la del acero, el aluminio y la (petro)química. Es probable que Europa se convierta en un importante mercado para el hidrógeno verde, y el Norte de África es un proveedor cercano y potencialmente barato. IRENA cree que África y Oriente Próximo tienen parte del más alto potencial técnico para la producción de hidrógeno verde, basándose en el potencial de las renovables y el costo de la electricidad. Incluye a Marruecos en su lista de países mejor situados para convertirse en productores de hidrógeno verde para 2050, junto con Australia, Chile, Arabia Saudí y Estados Unidos. El Norte de África también cuenta con una gran ventaja, y es que sería capaz de transportar hidrógeno a Europa, a través de las redes de gasoductos existentes, de forma relativamente eficiente y rentable, sobre todo en comparación con las exportaciones desde el África subsahariana o el transporte del hidrógeno licuado desde ultramar, altamente ineficiente.

Tanto Marruecos como Egipto ya han puesto en marcha unos ambiciosos planes para la producción y la exportación de hidrógeno verde. En 2019, Marruecos creó una Comisión Nacional de Hidrógeno y en 2021 publicó una hoja de ruta del hidrógeno verde, que prevé un mercado local de hidrógeno de 4 TWh y un mercado de exportación de 10 TWh para 2030. Esto requeriría la construcción de una nueva capacidad renovable y sostendría la creación de más de 15 000 empleos directos e indirectos. Egipto anunció recientemente sus planes para un proyecto de 5000 millones de dólares para la producción de amoniaco verde. La larga experiencia de Marruecos y Egipto con los electrolizadores en la producción hidroeléctrica existente ha llamado la atención de los inversores internacionales.

Egipto ya tiene acuerdos de asociación y memorandos de entendimiento (MoU) con varios países europeos (véase la tabla). Marruecos tiene un acuerdo de comercio bilateral con Alemania, en virtud del cual Alemania ayudará a construir la primera planta de hidrógeno verde de África, que incluye la inversión en transferencia de conocimiento e I+D. Ambas partes también cooperarán en el marco del proyecto “Amoniaco Verde”, cuyo objetivo es desarrollar procesos y tecnologías para la producción eficiente de hidrógeno verde y amoniaco verde como materias primas sostenibles para la industria de los fertilizantes.

País
Proyecto/AcuerdoFecha
del acuerdo
Características y objetivos
MarruecosAcuerdo para el desarrollo de un proyecto de amoniaco e hidrógeno verdes (HEVO Ammoniac Maroc) entre el Ministerio de Energía y Minas, Fusion Fuel Green y Fusion Fuel and Consolidated Contractors Group S.A.L. (CCC).julio 2020Amoniaco verde: 3650 t en 2022, 60 000 t en 2025 y 2026.
 
Hidrógeno: 616 t en 2022, 3472 t en 2023, 2940 t en 2024, 10 411 t en 2025 y 2026.
 
Inversión: 865 M €
Acuerdo de asociación sobre el hidrógeno verde entre los gobiernos marroquí y alemán.junio 2020Planta de energía renovable de 100 MW para producir hidrógeno verde en Marruecos.
Masen (Moroccan Agency for Solar Energy) prevé desarrollar una planta híbrida fotovoltaica/eólica para abastecer una planta de hidrógeno verde.noviembre 2020  Capacidad de electrólisis de 100 MW.
 
2022: finalización del estudio de viabilidad y proceso de licitación.
 
2024-2025: lanzamiento comercial del centro.
Acuerdo entre los gobiernos marroquí y portugués para el desarrollo de hidrógeno verde.febrero 2021
EgiptoMoU entre el Ministerio de Electricidad y Energía Renovable de Egipto y Siemens.enero 2021Evaluación sobre la producción de hidrógeno verde en Egipto e implementación de un proyecto piloto.
Acuerdo de cooperación entre los Ministerios de Electricidad y Petróleo y la Marina de Egipto y DEME (Bélgica)marzo 2021Investigación sobre la producción de hidrógeno verde en Egipto y exportarlo.
Acuerdo entre ENI, la Compañía Nacional de Electricidad de Egipto y la Compañía Nacional de Gas de Egipto.julio 2021Realización de un estudio sobre la viabilidad de proyectos para producir hidrógeno verde y azul en Egipto.
MoU entre Siemens y la Compañía Nacional de Electricidad de Egipto.agosto 2021Lanzamiento de un proyecto piloto de hidrógeno verde con una capacidad de electrólisis de 100-200 MW.
Asociación entre Scatec (Noruega), la productora de amoniaco Fertiglobe y el Fondo Soberano de Egipto.octubre 2021Desarrollo de una planta de hidrógeno verde de 100 MW para producir amoniaco en Egipto.
MoU entre el Ministerio de Electricidad y Energía, el Ministerio de Petróleo y Recursos Naturales de Egipto y el Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo.marzo 2022Evaluación para la elaboración de directrices para la estrategia nacional de hidrógeno bajo en carbono.
TúnezMoU entre los gobiernos tunecino y alemán.diciembre 2020Establecimiento de una alianza tunecino-germana en torno al hidrógeno verde.
ArgeliaMoU entre la petrolera estatal, Sonatrach, y ENImarzo 2020Desarrollo de un proyecto piloto para producir hidrógeno verde en Argelia.
Feunte: Planning and prospects for renewable power: North Africa, IRENA
Proyectos de hidrógeno en el Norte de África

La actual red de gasoductos de gas natural en Europa y el Norte de África comprende:

  • El gasoducto Enrico Mattei (Galsi), que se extiende desde Argelia hasta Italia a través de Túnez.
  • El gasoducto Pedro Durán Farell (Magreb-Europa), que se extiende desde Marruecos hasta España.
  • El gasoducto Medgaz, que se extiende desde Argelia hasta España.
  • El gasoducto Greenstream, que se extiende desde Libia hasta Italia.

Esta red de gasoductos podría transportar en un futuro hidrógeno verde a través del Mediterráneo. Brinda una opción viable en términos tecnológicos y (probablemente) económicos para el envío de hidrógeno a larga distancia que, de otro modo, resultaría muy difícil. Les daría a los exportadores de combustibles fósiles norteafricanos una alternativa a las exportaciones de gas natural cuando la transición energética reduzca paulatinamente la demanda de gas europea en las próximas décadas.

El gas natural como combustible de transición

La Comisión Europea ha respaldado el gas natural como combustible de transición capaz de contribuir a la descarbonización de la economía de la UE. En el marco del Pacto Verde Europeo, la Comisión se comprometió a facilitar la descarbonización del sector del gas, lo que incluye el refuerzo de su apoyo a lo que la UE considera “gases descarbonizados”, con “una vocación de futuro de un mercado del gas descarbonizado competitivo tratando el problema de las emisiones de metano en el sector de la energía”.

El Norte de África no será una fuente de alivio inmediato para las preocupaciones europeas en torno al suministro de gas. Argelia carece de capacidad de ampliación de la producción en el corto plazo, y existen limitaciones de capacidad en los gasoductos entre España y el resto de Europa, lo que restringe el acceso de la Europa occidental al mercado del gas norteafricano a través de España. En Libia, la inestabilidad política ha limitado las exportaciones, y lo más probable es que siga haciéndolo. Los nuevos descubrimientos de gas natural en Egipto en los últimos años podrían ayudar a aumentar las exportaciones en el corto plazo, en forma de gas natural licuado (GNL), que Europa puede importar con más facilidad, ya que los problemas de capacidad del transporte se resuelven mejor que los planteados por los gasoductos. Sin embargo, en general, la producción del Norte de África no cubrirá el déficit inmediato de suministro de gas en Europa.

Una cuestión crucial es que la priorización de la UE del gas natural como combustible de transición podría ayudar a aliviar las preocupaciones políticas en el Norte de  África respecto al Pacto Verde Europeo como herramienta para reducir la demanda de combustibles fósiles, ya que a los gobiernos de los productores de hidrocarburos les preocupa que esto conduzca a una acumulación de activos varados. Para los países que siguen dependiendo de las exportaciones de combustibles fósiles —Argelia y, en menor medida, Egipto—, la demanda de gas europea, junto con la ayuda al desarrollo de las industrias sustitutas, podría ser un importante gancho de cara a la transición energética.

Este enfoque ofrece margen para reconsiderar formas de asegurar las exportaciones de gas actuales y futuras del Norte de África. Al garantizar los mercados de exportación de la UE para el gas norteafricano en el medio plazo, la UE podría ofrecerle a Argelia incentivos para explorar un aumento de la producción en el medio plazo a través del “desembotellamiento” y la reducción del quemado en antorcha. La ampliación de las conexiones por gasoducto entre España y sus vecinos europeos podría permitir que la actual capacidad de importación de GNL de España descongestione la capacidad de los gasoductos occidentales de Europa. Esto daría como resultado un mayor acceso de Europa occidental al GNL, dada las actuales congestiones en la infraestructura de importación de GNL en Europa occidental y en sus conexiones internas por gasoducto. Alemania y España han emprendido recientemente conversaciones bilaterales para explorar la opción de un nuevo gasoducto transpirenaico que conecte España con Europa central.

Materias primas críticas

Las tensiones geopolíticas han avivado la preocupación en Europa y otros lugares por un acceso fiable y sin trabas a ciertas materias primas. Es el caso de las CRM, que son económicamente importantes, pero cuyas cadenas de suministro son frágiles o inseguras. Las CRM son esenciales para las tecnologías de energía limpia, como los paneles solares, las turbinas eólicas, los vehículos eléctricos, la iluminación de bajo consumo y el hidrógeno verde. La UE ha calificado el acceso a ellas como “cuestión de seguridad estratégica para la ambición de Europa de cumplir el Pacto Verde”. En su lista de CRM para 2020, la UE identifica 30 materias primas como “críticas”, entre ellas el cobalto, el litio, el fósforo y tierras raras.

Algunas CRM están presentes en el Norte de África, y en especial los fosfatos en Marruecos. El país fue el segundo mayor productor de fosfatos del mundo en 2020, y posee alrededor del 75 por ciento de las reservas mundiales. En Argelia, Túnez y Egipto también se encuentran depósitos de fosfatos. Existen otros depósitos con menor cantidad de CRM en todo el Norte de África, como la barita (o sulfato de bario) —un mineral utilizado principalmente en los fluidos de perforación, pero también para pinturas especiales, el hormigón y la medicina— y el cobalto. Marruecos fue el tercer mayor productor mundial de barita en 2020, y representó el 15 por ciento de los suministros de Europa.

Como todas las actividades mineras, la producción de CRM comporta unos considerables riesgos e impactos medioambientales en las comunidades locales. Existen riesgos para la salud, y el sustento de muchas personas puede peligrar por el acaparamiento de tierras. Marruecos ha recurrido al plantado de árboles para la reparación de las áreas cercanas a las actividades mineras. El Pacto Verde Europeo debe asegurar que la financiación, la inversión y los acuerdos comerciales cumplan con unos estándares medioambientales y de derechos humanos claros y verificados para lograr una minería sostenible y ética. La inclusión de las CRM bajo el paraguas del Pacto Verde Europeo podría ayudar a las comunidades a beneficiarse del desarrollo de los recursos locales.

Las CRM también son políticamente controvertidas. Una considerable parte de los recursos naturales de Marruecos, incluidas sus CRM, se encuentran en el Sahara Occidental, fosfatos inclusive. El reciente resurgimiento de las hostilidades entre la organización independentista del Frente Polisario y Marruecos podría complicar la actividad minera y las exportaciones. Las empresas extranjeras podrían sentir recelo hacia la inversión o la actividad en el Sahara Occidental, dado que el asesor legal de la ONU determinó que cualquier explotación de los recursos naturales del territorio “que no tenga en cuenta los intereses y deseos del pueblo del Sahara Occidental constituiría una vulneración de los principios del derecho internacional”.

Finanzas

Para atraer la inversión corporativa, los diferentes sectores industriales, tecnologías y cadenas de valor requerirán apoyos distintos y específicos. La ventaja de usar las herramientas y los mecanismos relacionados con el Pacto Verde Europeo es que la UE dispone de un amplio abanico de medios, aunque su aplicación ha sido limitada. Países como Argelia, Egipto, Marruecos y Túnez han condicionado muchas de sus reducciones de emisiones y sus planes de energía renovable —como contribuciones decididas a nivel nacional— de la disponibilidad de fondos suficientes.

Las instituciones de financiación del desarrollo tienen un papel crítico que desempeñar en la mejora del acceso a la energía en el Norte de África, especialmente al permitir una mayor electrificación de la energía doméstica y la financiación de soluciones energéticas en los tejados. La UE, por su parte, cuenta con la opción de las herramientas de financiación explícitas, como Horizonte Europa: podría disponer una financiación a tipos más asequibles, como hacen el Banco Africano de Desarrollo y el Grupo Banco Mundial. Muchas herramientas de financiación vinculadas al Pacto Verde Europeo ya permiten la financiación en terceros países, de modo que la UE podría activar estas disposiciones para emprender conversaciones bilaterales de apoyo y estrategias proactivas para el desarrollo de sectores industriales con mercados de exportación en Europa.

Otra forma de apoyar la inversión en tecnologías de energía verde en el Norte de África, y el comercio de la energía verde, sería extender a sus importaciones los esquemas de subvención ya existentes al consumo de energía verde en la UE. Esto podría evitar los escollos que se encontraron algunos proyectos en el pasado, como el Plan Solar Mediterráneo y la Iniciativa Industrial de Desertec, que en su momento tuvieron que lidiar con los subsidios generalizados para los proyectos solares y eólicos dentro de la UE, diseñados como políticas proteccionistas —y, por tanto, discriminatorias— que resultaron ser un importante obstáculo para esos proyectos.

Hasta ahora, la UE y sus países miembros han vacilado en desplegar dichos fondos de forma proactiva a través de la asociación con los países en desarrollo. El Pacto Verde Europeo y sus mecanismos de financiación asociados se enfrentarán a lo mismo, a no ser que los europeos dediquen esfuerzos más serios a una mejor coordinación entre las diferentes herramientas normativas y mecanismos de financiación. Ese apuntalamiento demostraría que la UE posee una clara visión política sobre el uso de estos fondos en beneficio de los países en desarrollo.

Para estimular la inversión en energía limpia en el Norte de África, será esencial el acceso de terceros a la infraestructura de transporte de la energía, como los gasoductos, incluidas las líneas de transmisión. Este es un asunto polémico tanto en Europa como en el Norte de África, ya que los gasoductos son propiedad de las empresas comerciales que los construyeron originalmente, y habrá que negociar el acceso de terceros con estas empresas (y sus gobiernos). Probablemente también será necesario un cambio regulatorio para facilitar el acceso de terceros. Dentro de Europa, el Tercer Paquete Energético también puede complicar el comercio del gas importado por cualquier país europeo con terceros países, y es probable que el futuro comercio de gas en toda Europa requiera cambios regulatorios adicionales. Sin embargo, abordar esto es esencial para maximizar los flujos de inversión. Los negociadores de la UE deberían, por tanto, incluir el acceso de terceros como condición para promover el comercio de la energía limpia, de modo que las estipulaciones cubran a las empresas europeas y a sus socios comerciales norteafricanos.

Recomendaciones

Dado que su objetivo es cumplir los objetivos del Acuerdo de París, los países europeos y norteafricanos tienen un gran potencial para la complementariedad en la transición de los combustibles fósiles a la energía limpia. Sin embargo, en la actualidad, los vecinos del sur del Mediterráneo tienden a percibir la transición energética de Europa, y en especial el MAFC, como un desafío para sus propias economías. Razón de más para adoptar un enfoque inclusivo y extenderles a ellos los mecanismos de financiación y asociación relacionados con el Pacto Verde Europeo. Esto minimizará las fricciones y creará una inmensa oportunidad económica, medioambiental y política compartida.

La capacidad de los países europeos para ayudar a los esfuerzos de descarbonización de sus vecinos —en términos financieros y tecnológicos, así como a través de otras colaboraciones en el ámbito de la investigación— podrían ayudar a proveerles a los dirigentes norteafricanos importantes argumentos financieros y políticos para abogar por la transformación de sus sectores energéticos nacionales. Este es el caso de los países norteafricanos con recursos de combustibles fósiles limitados, y en especial de Marruecos y Túnez, que serían unos importantes “ganadores” en la transición hacia nuevas fuentes de energía. También es el caso de los productores de combustibles fósiles norteafricanos —Argelia y Libia—, cuyos políticos tienen muchas más dificultades para decidir entre los objetivos climáticos y la amenaza del alto desempleo y la pérdida de ingresos. Con tantos problemas, ¿cuáles son las soluciones?

Mapeo de los problemas y del potencial

Un proceso donde exista la confianza mutua, y llevado a cabo con la debida diligencia, debería empezar con el mapeo de las áreas de preocupación e interés tanto para los gobiernos de la UE como los norteafricanos. El proceso debería cubrir aquellas áreas donde la formulación de políticas pueda caer presa de los intereses comerciales. Podría requerir su propia institución específica.

El Pacto Verde Europeo debería aspirar a estimular el desarrollo de las siguientes formas:

Asociaciones: Las asociaciones efectivas son clave para hacer del Pacto Verde Europeo un mecanismo normativo creíble y capaz de la acción práctica. Los países de la UE y del Norte de África deberían, por tanto, establecer un foro para la comunicación bidireccional, la puesta en común de información y la implementación. Esto no dejaría de ser así aunque Marruecos y Túnez se conviertan en “socios verdes de la UE”, un estatus que debería llevar aparejado un compromiso creíble y la cooperación en la protección del medio ambiente, la conservación de la biodiversidad y la acción climática.

El progreso deberá ser demostrable, y ello comportará emprender algunos procesos políticos difíciles que afectan a otros motivos de descontento en el Norte de África: la transparencia de los datos, el acceso público a la información, la comunicación pública de los organismos públicos y la libertad de expresión. Existen ciertas polémicas en cuanto al grado en que los medios y las organizaciones de la sociedad civil pueden presentar puntos de vista críticos sobre la tenencia y el desarrollo de las tierras, la conservación de la biodiversidad, el desarrollo de la infraestructura y los derechos civiles. Asegurar que el marco de asociación del Pacto Verde Europeo no fomente ni legitime el ecoblanqueo (greenwashing) será fundamental para su éxito. Por tanto, los responsables europeos de la formulación de políticas deberán prestar mucha atención a los proyectos con participación europea, como el acceso a las CRM norteafricanas, y asegurar que solo reciban apoyo si se ajustan a las normas y las garantías necesarias.

I+D, empleo y desarrollo de capacidad en CTIM: La cooperación técnica, el intercambio de conocimiento y la I+D —posiblemente cofinanciada por la UE— puede promover el desarrollo de capacidad en ciencias, tecnología y administración pública y dar lugar en última instancia a una importante creación de empleo en todo el norte de África. En estos programas hay muchos elementos prácticos, algunos de los cuales son relativamente fáciles de implementar: por ejemplo, becas para estudiantes y para la investigación, o aplicar una reducción de las restricciones para viajar y trabajar en Europa a las profesiones relevantes.

Facilitación del comercio: Esto será especialmente útil para ayudar a las compañías norteafricanas a adaptarse al MAFC, en especial a las PYMES. Se podría facilitar el cumplimiento del MAFC mediante el apoyo financiero de la UE a las compañías del creciente sector privado del Norte de África para mejorar su eficiencia energética, en especial en sectores centrales como la agricultura, la industria manufacturera y los servicios públicos. La cooperación transmediterránea también debería concentrarse en la ayuda normativa para la adecuación a las leyes y las regulaciones que conforman las prescripciones del Pacto Verde Europeo. Ambas medidas beneficiarían al I+D y las empresas privadas de la región.

Regulación del mercado: Hay múltiples áreas que se podrían beneficiar del apoyo normativo que, combinadas, pueden desempeñar un importante papel en la consecución de la transición energética. Algunas de ellas son: el abandono de la producción y uso de los combustibles fósiles, en particular el carbón que todavía se utiliza en algunas partes del Norte de África; poner fin a las subvenciones a los combustibles fósiles y su sustitución por ayudas financieras a los hogares de bajos ingresos y las tecnologías de energía limpia; la reforma del sector eléctrico; y el refuerzo de las capacidades de los organismos nacionales y locales. La reforma del sector eléctrico podría incluir el diseño de subastas competitivas para los proyectos de energías renovables, marcos jurídicos y regulatorios para los productores de energía independientes y políticas de apoyo a la energía descentralizada, como la solar en los tejados.

Generación de confianza: Esta será la clave del éxito, y depende de la existencia de asociaciones genuinas que satisfagan las necesidades de los países norteafricanos y brinden el apoyo que solicitan. El paraguas asociativo entre la UE y sus vecinos del sur es un proyecto tanto político y diplomático como económico. Los responsables de tomar las decisiones en Europa y el Norte de África tendrán que apoyar el capital humano, apostar por las colaboraciones transparentes y ágiles y respaldar soluciones escalables que sirvan a la creación de valor local. Se necesitarán garantías claras y transparentes para proteger el medio ambiente y los derechos humanos, en especial cuando los nuevos proyectos a gran escala requieran acceso a la tierra, al agua y a la mano de obra local.

Sinergias y planificación de la escalabilidad

El Pacto Verde Europeo solo será una herramienta eficaz para la acción climática y medioambiental en el Norte de África si los habitantes de la región pueden acceder a ella y si contribuye al apoyo de proyectos y soluciones escalables y de calado. Uno de los primeros pasos sería que los gobiernos de ambas partes identificaran dichas sinergias y exploraran posibles vías donde el Pacto Verde Europeo pueda obtener resultados en el contexto específico de cada país. Bien aplicado, el paraguas regional que provee puede ser transformador, en términos de escala y de ambición. Podría aprovechar las sinergias con las siguientes iniciativas: el Nuevo Acuerdo sobre Energía para África del Banco Africano de Desarrollo; la Iniciativa Africana de Energías Renovables (AREI); el proyecto Africa Power Vision; el Corredor de Energía Limpia de África; y el Mercado Único Africano de la Electricidad de la Unión Africana. También podría basarse en proyectos e iniciativas de desarrollo global, como la Hoja de Ruta para la Cooperación Digital del secretario general de la ONU y la Estrategia para la Transformación Digital de África de la Unión Africana (2020-2030).

De este modo, la UE podría vincular las iniciativas del Pacto Verde Europeo con los programas existentes. Esto demostrará el poder multiplicador de la acción regional, ya que los programas con buenos resultados pueden ampliarse después a las regiones vecinas, como los países de África occidental. También podrían servir de apoyo a una Libia posconflicto.

Protección y mejora del medio ambiente

Extender los mecanismos del Pacto Verde Europeo al Norte de África podría ayudar a hacer frente a los efectos negativos de la producción de combustibles fósiles de la región, cuyas emisiones procedentes del petróleo y el gas figuran entre las más altas del mundo. La UE podría combinar la ayuda financiera con requisitos oficiales para reducir las emisiones de metano y otros efectos de la producción de petróleo y gas sobre el medio ambiente. Podría pedirles a los posibles nuevos productores de petróleo y gas como Marruecos que se comprometa a no superar un límite de emisiones de metano, y en especial el procedente del quemado en antorcha. La UE debería diseñar programas específicos para incentivar la acción, como el sistema de intercambio de emisiones que recompensa la reducción de gases de efecto invernadero o apoya la inversión en la tecnología relevante. Los nuevos acuerdos con la UE o con países miembros de compra de gas como combustible de transición (véase más abajo) podrían adaptarse para incentivar la captura de gas quemado. Un apoyo efectivo podría mitigar la hostilidad política de la región hacia el Pacto Verde Europeo. Un foro de debate de políticas vinculado a ese organismo conjunto podría permitir a sus responsables tratar cuestiones controvertidas, como las relativas a la pesca.

Muchas otras iniciativas de la UE existentes encajarían con el paraguas asociativo del Pacto Verde Europeo. Una de ellas es NaturAfrica, que apoya la conservación de la biodiversidad en África y los compromisos globales de la UE en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica. Su objetivo es proteger los ecosistemas, combatir los delitos contra la vida silvestre y aumentar los flujos financieros para la protección de la biodiversidad en los países en desarrollo. Su informe incluye fondos para la protección de los derechos humanos donde los proyectos de conservación conducen al despojo de tierras. Estas cuestiones tienen su importancia, dado el gran impacto que el desarrollo industrial a gran escala, incluidas las energías renovables, puede tener sobre la biodiversidad y sobre los derechos humanos de las poblaciones afectadas.

El Convenio sobre la Diversidad Biológica también cuenta con una iniciativa conjunta con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y otros: la Agenda de Acción Panafricana sobre Recuperación de Ecosistemas para Aumentar la Resiliencia trata de promover la recuperación de la tierra y el ecosistema, y fue desarrollada en parte junto con el gobierno egipcio y la Unión Africana. La financiación del Pacto Verde Europeo podría ayudar a estas iniciativas y vincular el apoyo a los proyectos a un conjunto de buenas prácticas de gobernanza, y en especial en la gestión transfronteriza del agua y de la biodiversidad. La necesidad de dichas prácticas es evidente en casos como el proyecto del canal del Nilo para desviar agua del Nilo Blanco desde Sudán del Sur a Egipto, donde existe el riesgo de secar el segundo mayor humedal del mundo.

El establecimiento de estas complejas formas de cooperación y avanzar hacia la implementación planteará sin duda dificultades institucionales y políticas. Los acuerdos de cooperación y unos estándares medioambientales más estrictos requerirán esfuerzos específicos y, posiblemente, el refuerzo de la capacidad en el seno de las instituciones de gobierno norteafricanas; en concreto, en materia de regulación técnica, valoración del riesgo, supervisión y aplicación de las leyes y la consulta y la comunicación públicas.

Un enfoque basado en los derechos humanos

Los europeos necesitan la voluntad política para asegurar que las inversiones en tecnología limpia promuevan de verdad los sectores industriales sostenibles, medioambientalmente responsables y beneficiosos para la población local. Deben establecer un alto nivel de garantías sociales y medioambientales para todos los proyectos relacionados con la energía y la infraestructura, y proteger a las comunidades del acaparamiento de tierras, como ocurrió con los anteriores proyectos marroquíes de “energía solar de concentración”. Dado el riesgo intrínseco de corrupción y la falta de transparencia que lleva aparejados el desarrollo de infraestructura a gran escala, será necesaria una implicación de alto nivel de la UE, centrada inequívocamente en abogar por la transparencia.

La UE debe esforzarse más para garantizar que es capaz de implementar y supervisar las garantías. Necesitará mecanismos oficiales respaldados por los jurídicos para vincular los acuerdos sobre inversión, finanzas y comercio a un enfoque basado en los derechos humanos. Esas garantías deberían incluir: consultas a la comunidad; evaluaciones del impacto medioambiental; el desarrollo de la capacidad de los organismos públicos y los contratistas locales, así como de las empresas europeas con actividades en la zona; y el apoyo político a la sociedad civil y la libertad de prensa. La UE necesitará procesos transparentes para la aprobación de proyectos sobre energía limpia en todos los países socios. Todo esto requiere una visión política de alto nivel en Europa para el desarrollo sostenible en el Norte de África. El proceso de desarrollo de esa visión puede ser en sí mismo una eficaz herramienta para el cambio.

El Sahara Occidental es sin duda uno de los asuntos más controvertidos desde el punto de vista político y de los más difíciles desde el jurídico a los que se enfrentará esa visión. Gran parte del fosfato y otros minerales que podrían alimentar las cadenas de suministro industrial de energía limpia de Marruecos, así como el potencial para la generación de energía solar, se encuentran en el Sahara Occidental. Esto entrará en conflicto con las posturas jurídicas que la UE sostiene desde hace tiempo, incluido su no reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el territorio. Los esfuerzos de la Comisión Europea por incluir al Sahara Occidental en las relaciones comerciales de la UE con Marruecos han sido repetidamente bloqueados por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Dado que el Tribunal ha ordenado la exclusión del Sahara Occidental de los acuerdos de la UE con Marruecos, esto impediría a la UE utilizar los instrumentos de financiación como Horizonte Europa allí, lo que supondría un importante escollo para la asociación verde de la UE con Marruecos. La Comisión y los países miembros aún tienen que identificar estos riesgos, o emprender algún plan serio de contingencia, en el caso de que el Tribunal vuelva a bloquear una vez más los últimos acuerdos comerciales de la UE con el territorio, como se espera que ocurra este año.

Conclusión

Extender el Pacto Verde Europeo a los países del Norte de África podría ser el catalizador de muchas oportunidades: económicas, sociales y medioambientales. El refuerzo de las asociaciones transmediterráneas de la UE podría contribuir a la seguridad energética europea, al menos en el medio y largo plazo. Si se gestiona de forma transparente y accesible, con un apoyo político de alto nivel y la implicación de los gobiernos nacionales, la UE podría superar algunas de las dificultades que han lastrado otros proyectos anteriores, como el desperdicio económico, el insuficiente atractivo político el acceso técnico inadecuado para los habitantes norteafricanos que más podrían haberse beneficiado de él, incluido el sector privado de la región.

Sobre la autora

Laura El-Katiri es investigadora visitante del European Council on Foreign Relations. Es consultora especializada en energía y desarrollo sostenible, con especial atención a Oriente Medio y África. Su investigación incluye varios trabajos para la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia Occidental, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, The German Marshall Fund of the United States y la Agencia Internacional de Energías Renovables.

Agradecimientos

La autora agradece a Jonathan Walters, Julien Barnes-Dacey, Jeremy Shapiro, Adam Harrison y Mary Hennock sus valiosas aportaciones a este informe de políticas. 

Traducción del inglés realizada por Verónica Puertollano.

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