China y el Mediterráneo: ¿Se abre el negocio?

Los investigadores chinos expresan su preocupación por los desarrollos de la iniciativa del «Cinturón y Ruta de la Seda» en el Mediterráneo

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Los investigadores chinos expresan su preocupación por los desarrollos de la iniciativa del «Cinturón y Ruta de la Seda» en el Mediterráneo. 

La última edición de la serie de ECFR “China Analysis” destaca las percepciones chinas sobre los riesgos y las oportunidades de los desarrollos de la iniciativa del “Cinturón y Ruta de la Seda” (Belt and Road Initiative; BRI en sus siglas en inglés) por el Mediterráneo.

Utilizando el vocabulario oficial, los analistas presentan en gran medida la iniciativa como una serie de proyectos bilaterales de beneficio mutuo, con poca mención del orden mundial o de las ambiciones chinas. Por ejemplo, la lenta recuperación de Italia de la crisis global y del euro ha permitido a China comprar marcas de clase mundial y compartir activos fundamentales de infraestructura nacional a bajo precio. Esto se presenta no como una inversión depredadora, sino como una «oportunidad compartida», con China ayudando a la recuperación de Italia a través de la inversión de capital y el acceso a los consumidores chinos.

Sin embargo, los autores chinos no están ciegos con respecto a los riesgos de tales empresas. En la orilla sur del Mediterráneo, las consecuencias del levantamiento árabe han hecho que los expertos chinos repiensen sus planes para Túnez, Libia y Egipto. La agitación política y la inestabilidad social se encuentran naturalmente a la cabeza de la lista de riesgos, pero también se mencionan los lentos procesos para obtener un visado y la corrupción. El «proteccionismo» es otra preocupación, ya que muchos países del norte de África aplican normas europeas y muestran preferencias nacionales para las empresas europeas. En general, los autores siguen siendo relativamente optimistas sobre la inversión en la región, mencionando el «impulso positivo del crecimiento del mercado», pero también la necesidad de «evaluar con mayor precisión las oportunidades de inversión y los riesgos en el país receptor».

En Oriente Medio, los autores señalan que China se ha convertido en el segundo socio comercial de los países árabes y que ya ha contribuido a varios proyectos de infraestructura. Les preocupa la inestabilidad política y la volatilidad de las relaciones entre las principales fuerzas geopolíticas. Sin embargo, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos son vistos como poseedores de la estabilidad económica y social necesaria para que las iniciativas del BRI comiencen. Gao Shantao aconseja a China desarrollar «puntos de apoyo estratégicos» en estos países, antes de extenderse por todo el vecindario, mientras Tian Wenlin ve a Irán como un posible «cortafuegos» para evitar que el extremismo religioso penetre en Xinjiang.

Cuando se trata de desarrollar proyectos del BRI en Europa, los analistas chinos están más centrados en «esas reglas infernales», como lo describió François Godement de ECFR. El no poder emplear a trabajadores chinos con sus propias condiciones se cita como una «preocupación importante». Lo mismo ocurre con el «proteccionismo», refiriéndose a las normas de la UE que favorecen a los inversores nacionales, pero la perspectiva de un posible tratado de inversión entre la UE y China nunca es abordada por los académicos, como si fuera un tema prohibido. 

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.