¿Qué nota le pondrías a la acción exterior europea en el mundo árabe?

El nuevo Scorecard de ECFR nos dice que la UE ha obtenido de promedio una nota “B-” en sus relaciones con el Medio Oriente y Norte de África, equivalente a un “notable alto” del sistema escolar español. ¿Parece sorprendente? Pues sí.

El nuevo Scorecard de ECFR nos dice que la UE ha obtenido de promedio una nota “B-” en sus relaciones con el Medio Oriente y Norte de África, equivalente a un “notable alto” del sistema escolar español. ¿Parece sorprendente? Pues sí. Las primeras imágenes que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en la fallida Primavera Árabe son de guerra civil y sectaria en Siria, la vuelta de un régimen militar en Egipto, la caracterización de Libia como posible estado fallido y las tensiones históricas entre Arabí Saudita e Irán. Frente a estos múltiples desafíos, la UE no ha sabido reaccionar de manera unida, rápida o eficaz. De hecho, la evaluación del molde que rige sus relaciones con países de la región, la Política Europea de la Vecindad (PEV), ha mostrado la irrelevancia de este instrumento para influir en los acontecimientos.

¿Cómo se puede explicar entonces la mejora de la nota en comparación con la C+ que la UE obtuvo en 2012 y 2011? Sin duda los retos a los que se enfrenta la Unión Europea y sus estados miembros en la región no se han atenuado en absoluto; todo lo contario, el contexto en que deben operar es cada vez más preocupante. A pesar a ello, la mejora de nota se atribuye a dos logros principales, ambos en procesos de negociación caracterizados previamente por un estancamiento. En primer lugar, a la consolidación de un acuerdo interino histórico en las negociaciones con Irán y, en segundo lugar, al establecimiento de normas estrictas que diferencien las relaciones con Israel frente a las relaciones con asentamientos israelíes en territorios ocupados.

Aún así permanecen las divisiones entre estados miembros de la UE. A las tradicionales divisiones norte-sur sobre como emplear mejor la ayuda humanitaria, el comercio y la influencia política,  se suman en esta edición del Scorecard discrepancias sobre la gestión de la crisis. Con respecto a Siria, por ejemplo, los empujones de Francia y el Reino Unido para armar a los rebeldes y plantear intervenciones bilaterales merma la apariencia de una acción unida.

Otro punto negativo: la postura de la UE hacia Egipto tras el golpe de estado militar del 3 de julio 2013 dañó su credibilidad como actor comprometido con la defensa del estado de derecho y un proceso de transición a la democracia inclusivo y plural. La decisión de mantener relaciones fluidas con el régimen interino tampoco le ha conferido a la UE mayor capacidad de incidencia a la hora de criticar la campaña de represión contra los Hermanos Musulmanes, la marginalización de la oposición secular o las restricciones a la libertad de prensa.

«En conclusión, excepto por su implicación en el E3+3 para lograr una negociación exitosa con Irán, el rendimiento europeo en su vecindad del Mediterráneo sur volvió a ser decepcionante un año más»

Destacan otros dos malos resultados en la región que no casan fácilmente con el ‘notable alto’: primero, la UE no ha sabido responder a la dinámica de sectarismo cada vez más presente en el conflicto de Siria. Segundo, no tiene un marco estructurado y estratégico hacia los países del Golfo más allá de tratos comerciales bilaterales, algo imprescindible dado el protagonismo de estos actores en la región.

En conclusión, excepto por su implicación en el E3+3 para lograr una negociación exitosa con Irán, el rendimiento europeo en su vecindad del Mediterráneo sur volvió a ser decepcionante un año más, según el análisis del Scorecard (cuya metodología provoca tanto debate como su contenido). En adelante para mejorar sus notas el alumno europeo deberá enfrentarse a un camino muy cuesta arriba.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.