Grandes tecnológicas, Donald Trump y “tecno-imperialismo”: Cómo evitar que Europa se convierta en una colonia digital

Los gigantes tecnológicos estadounidenses se preparan para poner a prueba la determinación de la UE envalentonados por el apoyo de la administración Trump. Para salvaguardar su futuro democrático y tecnológico la UE tendrá que prepararse para el choque, que se antoja inevitable

Tesla CEO and X owner Elon Musk gestures during a rally for U.S. President-elect Donald Trump, the day before he is scheduled to be inaugurated for a second term, in Washington, U.S., January 19, 2025. REUTERS/Brian Snyder
Elon Musk gesticula durante un mitin a favor del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, un día antes de su investidura para su segundo mandato, en Washington, 19 de enero de 2025
©
También disponible en

En su discurso de despedida del 15 de enero, el presidente Joe Biden advirtió de que una «oligarquía […] de extrema riqueza, poder e influencia» amenaza a la democracia estadounidense. Su advertencia se refería a los empresarios tecnológicos que rodean al presidente electo Donald Trump: Elon Musk de X y, cada vez más, Mark Zuckerberg de Meta. Pero la amenaza no se limita a Estados Unidos, sino también a la Unión Europea.

El dominio de la tecnología “salva la libertad de expresión”

Trump, Musk y los republicanos de «Make America Great Again» (MAGA) creen que al comprar Twitter (que renombró como X), Musk restauró la libertad de expresión y salvó la democracia estadounidense. Musk quiere replicar en todo el mundo lo que ha hecho en Estados Unidos y ya se está inmiscuyendo en la política europea, preparando el terreno para un inevitable enfrentamiento entre la UE y Estados Unidos. Zuckerberg agrava este desafío. Se ha unido a Musk para instar a Trump a proteger a las empresas tecnológicas estadounidenses frente a la regulación europea, acusando a la UE de “censura institucionalizada” al mismo nivel que China.

Los oligarcas tecnológicos cuentan con el respaldo de los republicanos de Trump. Durante la campaña electoral estadounidense, el candidato a la vicepresidencia J.D. Vance advirtió a la UE de que regular X sería visto como un ataque a la libertad de expresión incompatible con los valores democráticos de la alianza atlántica. Añadió que tales acciones llevarían a EE.UU. a retirar su apoyo a la OTAN.

Esta situación equivale a un chantaje. La elección de la UE es dura: ignorar las leyes de servicios digitales, dando rienda suelta a las plataformas de Musk y Zuckerberg para propagar la desinformación, la incitación al odio y la injerencia política; o sufrir importantes repercusiones económicas y riesgos para la seguridad.

Una reacción muda

Los europeos han reaccionado discretamente a los planes de Musk y Zuckerberg de buscar la ayuda de Trump para burlar la normativa de la UE, lo que sugiere una alarmante disposición a capitular. La Comisión Europea, responsable de hacer cumplir la Ley de Servicios Digitales de 2022 que Meta y X impugnan, ha guardado silencio u optado por enfriar la polémica. Los líderes europeos han criticado a Trump, pero parecen indecisos a la hora de enfrentarse abiertamente a los gigantes tecnológicos estadounidenses. Temen no solo repercusiones económicas y de seguridad, sino también represalias de las plataformas de redes sociales estadounidenses; Musk ya ha utilizado X para llamar la atención a los republicanos disidentes.

Esta preocupación aumenta porque la fuerza política dominante en el Parlamento Europeo, el Grupo del Partido Popular Europeo, de centro-derecha, abraza parcialmente la narrativa Trump-Musk-Zuckerberg de que los progresistas limitan la libertad de expresión. Los líderes de extrema derecha han ido incluso más lejos. Giorgia Meloni y Viktor Orban se han alineado plenamente con Musk y Zuckerberg, afirmando que X y Meta defienden mejor la libertad de expresión que la Comisión Europea.

Es comprensible que los líderes europeos se muestren reacios a confrontar directamente con Estados Unidos, pues temen mayores costes que beneficios. Determinar cuánta de esta interferencia se convertirá realmente en votos para la extrema derecha no es tarea fácil. Algunos responsables políticos pueden suponer que su impacto electoral será insignificante y otros que será contraproducente si los votantes contrarios a la extrema derecha se movilizan por la percepción de que la democracia está en peligro.

Sin embargo, apaciguar a Trump podría tener un coste significativo. Cuando los movimientos de extrema derecha pierden las elecciones, estos suelen impugnar los resultados. Esto puede culminar en protestas violentas, como en enero de 2021 en Washington y enero de 2023 en Brasil, y podría ocurrir en Alemania en febrero. Incluso sin incidentes de este tipo, la injerencia descontrolada puede polarizar la política y envenenar el discurso público.

La inacción sentaría un peligroso precedente. Si el gobierno de EE.UU. protegiera o animara a sus empresas a desafiar la legislación de la UE, violaría la soberanía del bloque y correría el riesgo de reducir la UE a una colonia digital, regida por los dictados de EE.UU. en lugar de por los suyos propios.

Lo que la UE debe hacer

Separar la regulación de las plataformas de las políticas comerciales y de seguridad

Europa debe desvincular los debates sobre la regulación de las plataformas digitales de las preocupaciones en materia de política comercial y seguridad. Si Estados Unidos impone aranceles, la UE tiene herramientas para defenderse y debe utilizarlas decididamente. Si Estados Unidos vincula el apoyo a Ucrania a las políticas sobre plataformas digitales, Europa debería hacer hincapié en los riesgos estratégicos compartidos de una Ucrania debilitada. La debilidad de Ucrania fortalece a Rusia y refuerza a China, amenazando la estabilidad mundial.

Evitar el enfoque partidista

La normativa digital de la UE fue aprobada por una amplia coalición de 539 parlamentarios (sólo 54 votaron en contra), trascendiendo las líneas partidistas. No se trata de un conflicto entre progresistas europeos y republicanos MAGA estadounidenses, sino de una cuestión de defensa del Estado de derecho. La Comisión Europea debe hacer cumplir estas leyes de manera uniforme y garantizar su cumplimiento por parte de todas las empresas, incluidas las plataformas estadounidenses como X y Meta, o las chinas como TikTok, que ahora está siendo escrutinada por su papel en las recientes elecciones rumanas.

Rechazar la narrativa de una guerra tecno-ideológica

Europa debe dejar claro que no se trata de un enfrentamiento entre Estados Unidos y Europa, sino de una disputa entre ciertos oligarcas tecnológicos y la gobernanza democrática. Hay que seguir centrándose en hacer cumplir la normativa contra quienes explotan su dominio del mercado para obtener beneficios económicos y acumulan influencia política para preservar dichos beneficios.

Refutar el argumento de la libertad de expresión

Europa no tiene un problema de libertad de expresión que haga necesaria la intervención de Musk o Zuckerberg. La cuestión no es la libertad de expresión, sino si el poder político sin control de los multimillonarios de la tecnología socava las democracias. El apoyo de Musk a la ultraderechista Alternativa para Alemania en X es, de hecho, una financiación electoral indirecta. Otros partidos alemanes tendrían que pagar una fortuna a X en publicidad para obtener el mismo nivel de exposición.

Las leyes electorales europeas deben reconocer la influencia de la amplificación algorítmica como una forma de activismo político y garantizar que la competencia electoral sea justa.

Construir alianzas

Los países europeos no están solos en esta lucha. Otros países, como Brasil y el Reino Unido, también se resisten a los intentos de las empresas tecnológicas de anular la soberanía nacional. Esta crisis ofrece a la UE la oportunidad de crear una coalición en pro de la soberanía digital y tecnológica, uniendo a las democracias contra las injerencias que socavan la cohesión social y amplifican las narrativas motivadas por el odio.

Salvaguardar la soberanía digital

La UE no puede permitirse pasar por alto amenazas que recuerdan al chantaje ejercido por figuras como Trump, Musk y Zuckerberg. La capitulación no solo sentaría un peligroso precedente, sino que también evidenciaría la sumisión de la UE como vasallo digital de Estados Unidos.

Por el contrario, los europeos deben mantenerse firmes y utilizar las herramientas jurídicas, económicas y diplomáticas de las que el bloque dispone para salvaguardar sus valores democráticos y su soberanía tecnológica. De este modo, podrá garantizar un entorno digital justo, resistente a la coerción externa y favorable para una UE próspera y autónoma.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.