El nuevo Alto Representante debe mirar más allá del poder blando

El nuevo Alto Representante de la Unión Europea deberá repensar el papel del poder blando europeo y replantearse el enfoque hacia la defensa y las fuerzas armadas.

Deberíamos confiar en que el próximo Alto Representante ayude a Europa a deshacerse de sus ilusiones sobre el impacto del poder blando. La seguridad, los intereses y los valores de Europa dependen de ello.

En un mundo asombrado por el auge del capitalismo de Estado chino y con democracias emergentes como Brasil e India cada vez más enfocadas en defender la soberanía nacional y la no-interferencia, Europa debe hacer valer su influencia y sus valores y, para ello, es necesario el poder militar. Mientras los Estados Unidos ven problemas de seguridad en Asia, los europeos solo ven un mercado enorme.

La crisis en Ucrania debería ser un toque atención esperado desde hace tiempo, pero los líderes europeos no se han dado prisa en responder a los llamamientos estadounidenses para aumentar los gastos en defensa. Prefieren, por el contrario, enfrentarse a Rusia como lo hicieron en el siglo XX, bajo el ala protectora de EE.UU.

Aunque los líderes europeos declararon el diciembre pasado que “la defensa importa”, es evidente que no les importa tanto como sus problemas económicos. La actual visión dominante de la defensa pasa por alto el propósito disuasivo vital de las fuerzas armadas. Las amenazas están respaldadas por el cálculo humano y este cálculo se ve muy influenciado por cómo se percibe la voluntad y la habilidad de resistir de la otra parte. Es decir, subestimar la importancia de la defensa puede convertir las amenazas en realidad.

La falta de seriedad de Europa sobre la defensa presupone la ausencia de riesgos militares y sugiere que la necesidad de proyectar poder e influencia a nivel internacional es en cierto modo algo irrelevante, obsoleto y hasta de mal gusto en la era moderna. El nuevo Alto Representante para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, así como los nuevos líderes de la UE, no deben recurrir a la diplomacia de cañonero para resolver cada disputa política, pero sí tienen que entender la importancia de las fuerzas armadas en el arte de gobernar.

 

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