El largo y sinuoso camino a Jamaica

Según los indicios el nuevo gobierno alemán luchará por aprovechar las oportunidades de política exterior presentadas por esta elección.

También disponible en

Según los indicios el nuevo gobierno alemán luchará por aprovechar las oportunidades de política exterior presentadas por esta elección.

Han pasado seis semanas desde el día de las elecciones en Alemania. Sin embargo, los posibles socios de la coalición aún no se han atrevido a entablar negociaciones formales sobre lo esencial de su política durante los próximos cuatro años. No es que no haya pasado nada, por supuesto ha habido mucha discusión informal, tratando de identificar superposiciones en los objetivos y preferencias de las políticas. No obstante, es probable que tome al menos otras seis semanas de negociación para poder realmente formar un gobierno – y eso es si todo transcurre sin problemas.

¿Puede Europa permitirse esperar tres meses en la formulación de políticas alemanas? ¿Puede Alemania pasar tanto tiempo al margen y aún reclamar liderar? ¿Valdrá la pena la espera por el resultado?

Evidentemente, la construcción de coaliciones se está volviendo cada vez más difícil. A medida que los partidos tradicionales de centro izquierda y centroderecha pierden apoyo en el electorado, la formación de coaliciones se ha vuelto más compleja en la mayoría de las democracias occidentales. Más partidos marginales con sus intereses especiales y demandas particulares se sientan a la mesa, y las mayorías son más difíciles de asegurar.

En Alemania, la construcción de coaliciones ha sido durante mucho tiempo una necesidad: todos los gobiernos, menos uno, desde la fundación de la República Federal en 1949, se han basado en una coalición. Sin embargo, en ningún momento, el problema ha sido tan complejo como lo es ahora, con siete partidos representados en el Bundestag, formando seis facciones desde las elecciones generales de septiembre de 2017.

Cuatro de ellos están negociando la formación de un gobierno: si tiene éxito, será la primera coalición «jamaicana» entre los dos partidos demócratas cristianos (que tradicionalmente forman una facción común en el Parlamento), los liberales y los verdes. Y es así como mucha anticipación, pero también incertidumbre, acompañan a las negociaciones cuidadosamente organizadas.

En la primera fase, los dos partidos conservadores trataron de resolver sus diferencias, principalmente sobre las políticas de inmigración, asilo y refugiados. La segunda fase, actualmente en curso, está etiquetada como «conversaciones exploratorias». Estas están destinadas a determinar si se puede llegar a un acuerdo suficiente que merezca iniciar negociaciones formales. Esto hace que la fase de exploración sea algo así como una operación para salvar las apariencias: si no se puede llegar a un acuerdo básico, es mucho más fácil alejarse en esta etapa que durante las negociaciones formales.

Antes de finales de noviembre, los líderes del partido presentarán el borrador de un acuerdo de coalición entre sus delegados o miembros, que debe ser aprobado para pasar a la fase tres. Si esto ocurriera, Angela Merkel podría ser elegida Canciller en el Bundestag antes de Navidad y los miembros de su gabinete podrían prestar juramento al día siguiente, con el gobierno funcionando a toda máquina el 8 de enero, después del receso de vacaciones.

Sin embargo, si las negociaciones formales fracasan y si los socialdemócratas se niegan a entrar en otra Gran Coalición con los Demócratas Cristianos (una posición popular entre la mayoría de los “anti-establishment” del Partido Socialdemócrata de Alemania), las nuevas elecciones generales tendrían lugar en febrero. Esta sería otra novedad en la política alemana.

Como de costumbre, los principales escollos son los problemas domésticos, aunque varios están en la frontera (juego de palabras) de la  política exterior, siendo los más controvertidos las política de inmigración y asilo. Aquí, los demócratas cristianos bávaros y los liberales, que buscan un sistema más restrictivo, parecen representar los mayores obstáculos para el acuerdo.

La política climática y energética representa otra controversia. Aquílos Verdes que estarían estorbando con su insistencia  en una regulación que iría en contra de la industria y los intereses laborales de los Demócratas Cristianos y los Liberales. Mientras tanto, la transformación digital, parece ser la política favorita de los liberales, generando ansiedad entre los demócratas cristianos, que temen otra sacudida del mercado laboral, y la resistencia de los Verdes bajo el argumento de la privacidad de datos.

Los verdaderos asuntos de política exterior sólo han sido discutidos brevemente hasta el momento. Esto no es por falta de desacuerdo, sino más bien por la baja prioridad asignada a los asuntos internacionales. Si bien esto es normal en la mayoría de los países, aún debería darse una pausa para pensar a los europeos que buscan el liderazgo alemán en el escenario mundial.

Europa ha sido tratada hasta ahora en términos generalmente consensuados pero vagos. Una coalición de Jamaica estaría a favor de la integración y, generalmente, a favor de capacidades europeas más fuertes. Berlín tratará de administrar Europa como antes, abordando pragmáticamente una crisis tras otra, con la esperanza de contar con una mejor coordinación de las políticas a nivel nacional. Esto presenta un gran contraste con el discurso sustancial y visionario de Macron en la Sorbona.

Si alguna vez las partes se pusieran a hablar sobre asuntos reales de política exterior, tendrían que tomarse algunas decisiones serias. Los liberales tendrían que ceder ante su política un tanto aislacionista sobre la reforma de la zona euro, donde el campo integracionista dentro de la CDU y los Verdes encuentra un terreno común. Y los Verdes lucharían con la política de exportación de armas imperante (aunque la toleraron cuando estaban en el gobierno con los socialdemócratas de 1998 a 2005), un presupuesto de defensa en aumento y, especialmente, la perspectiva de más enfrentamientos militares más allá de Europa y una guerra más automatizada.

Hasta ahora las indicaciones son que este nuevo gobierno alemán tendrá dificultades para aprovechar las oportunidades de política exterior presentadas por estas elecciones. No hay mayoría para aumentar el gasto de defensa al 2% del PIB, y las ambiciones para proyectar la fuerza militar son limitadas. Sobre las relaciones con Rusia o Turquía, es poco probable que una coalición de Jamaica busque cambios importantes, a pesar de las fuertes palabras de Cem Özdemir sobre Turquía o las reflexiones de Christian Lindner sobre dejar a Crimea en un segundo plano.

En Europa parece que continuará la trayectoria confusa y sin visión a futuro de Merkel (a menudo caracterizada erróneamente como una virtud). Berlín no reunirá capitales de la UE con planes de alto vuelo para más Europa. En cambio, cortará el plan de Macron y juntará las piezas para que se intenten aquí o se implementen allí, aceptando gran parte del lenguaje, pero actuando selectivamente en sustancia.

Finalmente, parece que un gobierno de Jamaica no cumplirá con la tarea crucial de gestión y resolución de conflictos en el vecindario de Europa. Sería necesario un esfuerzo general para abordar el talón de Aquiles de Europa: las tareas incluyen asegurar las fronteras externas, desarrollar una política común de asilo y migración, implementar iniciativas diplomáticas y de seguridad para contener y poner fin a los conflictos regionales, así como tomar medidas para contrarrestar el deterioro económico y la mala gobernanza en la periferia de Europa.

La tarea es enorme, y cualquier plan debería articular los instrumentos internos con los externos sin garantía de ganancias rápidas. Sería un plan para dar forma al destino de Europa por sus propios medios, y eso puede ser un paso demasiado amplio para la Alemania de hoy.

El Consejo Europeo de Relaciones Exteriores no adopta posiciones colectivas. Las publicaciones de ECFR solo representan las opiniones de sus autores individuales.