Tusk airea el enojo de la UE con Trump y denuncia su asertividad caprichosa

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

VASSIL DONEV

«Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?», se pregunta el jefe del Consejo Europeo

18 may 2018 . Actualizado a las 19:21 h.

Se acabaron las medias tintas, los silencios incómodos o las quejas a regañadientes por la actitud egoísta y desafiante de Donald Trump. La paciencia de presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, llegó ayer a su límite tras las últimas maniobras del estadounidense en tono al conflicto israelí-palestino, el acuerdo nuclear iraní y la guerra arancelaria contra la UE.

El polaco estalló antes de comenzar la cena informal con los líderes de la UE en Sofía (Bulgaria). Acusó al magnate de poner en peligro la seguridad de los europeos al abandonar el pacto de desnuclearización iraní y lo retó a cumplir con su amenaza de sancionar a las empresas europeas que operen en el país de los ayatolás. «Buscaremos opciones para que la UE proteja a sus compañías de las consecuencias negativas de esta decisión. Pido a la Comisión Europea que dé luz verde para poder estar listos cuando nuestros intereses se vean afectados», proclamó.

Y Bruselas respondió a la llamada. El colegio de comisarios sugirió activar el «estatus de bloqueo», una maniobra que permitiría a las empresas europeas ignorar las sanciones de EE.UU. «Si es necesario, lo haremos», aseguró el comisario de Migración, Dimitris Avramopoulos.

La decisión está en manos de los Veintiocho, que ayer por la noche debatieron sobre la mejor estrategia a seguir para persuadir a Trump y evitar una escalada diplomática mayor con Washington. El clima tenso se pudo percibir en las palabras de Tusk, quien sugirió al multimillonario «regresar a la realidad» para ver que la UE no es un rival, ni político ni comercial. «Estamos asistiendo a un nuevo fenómeno: la asertividad caprichosa de la Administración americana», lamentó antes de cuestionar el rol de EE.UU. como socio fiable. «Viendo las últimas decisiones del presidente Trump uno se podría preguntar: Con amigos así, ¿quién necesita enemigos?».

Para cerrar su encendido discurso, Tusk instó a la UE a sentirse orgullosa de sí misma, dejar atrás intereses nacionales para hacer «un frente común» y prepararse para cualquier escenario, incluido aquel en el que el bloque «tenga que actuar por su cuenta». También agradeció con retranca a Trump sus esfuerzos por hacer ver a la UE que no se debe hacer ilusiones con el futuro de las relaciones trasatlánticas. «Nos ha hecho darnos cuenta de que si necesitas una mano, la encontrarás al final de tu brazo».

«Palancas de presión»

La relación entre el magnate y los Veintiocho se puede dar por rota, a pesar de que la UE insiste en que EE.UU. seguirá siendo un socio preferencial. Toca esperar a que pase el vendaval desatado por Trump. Algunos no se resignan y sugieren contraatacar ya. «Tenemos que identificar palancas de presión», sugirió ayer el experto en relaciones exteriores del ECFR, Jeremy Saphiro, durante una intervención en la Eurocámara. El problema es que la UE no encuentra una estrategia ni elementos con los que influir y persuadir a Washington.

No se destila optimismo en las cancillerías. Berlín, por ejemplo, camina con pies de plomo. Los empresarios alemanes cuando ven que Merkel y Macron van a Washington piden por favor que no haya ninguna represalia», recordó el eurodiputado alemán, Elmar Brok. Lo único que tienen claro los líderes de la UE es que buscar calor en Moscú o Pekín no es una alternativa. «La India, China o Rusia no pueden ser una opción de sustitución, tienen sus propios conflictos con los valores europeos. Pero en aspectos específicos, pueden ser útiles para que Estados Unidos vuelva a centrarse en el orden mundial», dejó caer Saphiro.

Bruselas presiona para desplegar la guardia de fronteras

«Estamos en contra de construir muros. Europa nunca será una fortaleza», aseguró ayer el comisario de Migración, Dimitris Avramopoulos, solo quince minutos después de desgranar una nueva batería de medidas para controlar, de forma menos visible que levantando una valla, los flujos migratorios.

Para empezar, Bruselas quiere reforzar el control de los visados, permitiendo a las autoridades que cotejen los datos con todas las bases disponibles de la UE, de forma que los chequeos sean automáticos y rápidos. También quiere incluir los permisos de residencia en la lista de documentos de posible supervisión, para evitar que penetren en el espacio Schengen migrantes irregulares o individuos que puedan suponer un «riesgo» para la seguridad interna.

A ese plan se suma otra iniciativa que ha generado mucho revuelo en España: La creación de un ejército europeo de guardia de fronteras con 10.000 efectivos bajo el paraguas de Frontex. El Gobierno español dejó claro que no quiere desplegar a estos expertos en su territorio (donde ya hay 96 operando), pero Avramopoulos tiró de cifras para poner en evidencia que España no es capaz de gestionar una crisis migratoria de gran envergadura. En el último año llegaron a la península 6.623 migrantes, un 22 % más que en el 2016. «Los Estados miembro tienen que permitir urgentemente su despliegue», insistió el griego. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) también le da la razón. Sus estadísticas revelan que en el último año murieron más personas en la ruta del Mediterráneo Occidental (224) que en el flanco oriental (62), donde las llegadas están repuntando tras un enfrentamiento reciente entre griegos y turcos.

Para apuntalar el control de las fronteras externas, Avramopoulos propuso la creación de una red europea de funcionarios de enlace, expertos en combatir inmigración irregular y en acelerar los retornos, la asignatura pendiente de los 28. Y es que las deportaciones no alcanzan el 40 % de las demandas de asilo denegadas, que se han disparado por primera vez desde el 2011 hasta el 54.5 %, coincidiendo con un nuevo aluvión de peticiones de protección internacional. España (31.000), Italia (129.000), Grecia (59.000) y Francia (99.000) han registrado nuevos picos mientras las demandas caen en Alemania a las 223.000 después de registrar 745.000 en el 2016. El año pasado hubo un total de 31.400 peticiones de asilo de menores no acompañados.

En cuanto al programa de reasentamiento de 50.000 refugiados desde terceros países, Bruselas ha dado de plazo hasta octubre para poder absorber a la mitad.