Recuperar posiciones e influencia, prioridad del Gobierno en la escena europea

“Europa echa de menos a España”

Superado lo peor de la crisis financiera, España no ha sacado rédito a ser una “historia de éxito” para la UE

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Nueva diplomacia. El flamante ministro de Exteriores, Alfonso Dastis, con la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini

Olivier Hoslet / EFE

Estamos de vuelta en Europa”, proclamó el ministro portavoz, Íñigo Méndez de Vigo este lunes a las puertas de la Comisión Europea. El comentario suscitó en Bruselas un interrogante (¿cuándo exactamente dejó España de estar presente, activa en la escena europea?) y una certeza entre los expertos consultados: los retos a los que se enfrenta la Unión Europea deberían llevar al presidente Mariano Rajoy a recuperar el terreno perdido y asumir un papel más activo en su segundo mandato como presidente de la cuarta economía de la zona euro.

“Desde el 2008, España ha estado demasiado volcada en la política nacional como para tener un auténtico papel en los asuntos europeos. Se la ha visto menos presente y menos activa que antes de la crisis financiera y, a ojos de muchos otros países, España quedó reducida a eso, a su crisis fiscal. Habría hecho falta una política exterior muy activa para contrarrestar esa impresión”, afirma Josef Janning, director de la oficina en Berlín del European Council of Foreign Relations (ECFR).

Por segundo año consecutivo, España aparece como el país con menos protagonismo, impacto y capacidad deformar alianzas de los seis mayores países de la UE en el estudio del ECFR. “A pesar de que el PIB de España es 2,5 veces mayor que el de Polonia, es socio del euro y lleva mucho más tiempo en el club, aparece por detrás de este país en todos los puntos, salvo en política fiscal”, se extraña Janning. “Hay margen para que España tenga un papel más fuerte en Europa”, afirma.

“El contraste con Italia es enorme, su peso político es desproporcionadamente más importante que el de España”, constata Fabian Willermain, investigador del centro de estudios Egmont de Bruselas. “Parece que es la voluntad de Rajoy centrarse en la política nacional y pesar menos a nivel europeo y dejar el liderazgo de los países del sur a otros. Antes de la crisis, España tenía un peso importante y ejercía un papel proeuropeo. En Bruselas, se la considera un aliado proeuropeo pero un aliado discreto. Un aliado que no toma posiciones fuertes y no plantea nuevas iniciativas pero apoya todas las que vayan hacia una mayor integración”, afirma Willermain.

“La ausencia de España ha sido tremenda. Hace poco nos lo decía Enrico Letta, el ex primer ministro italiano, ahora decano de Scienes Po: ‘Europa ha echado mucho de menos a España’. No es sólo que perjudique a España no estar, sino que afecta en un momento en que el dúo francoalemán no ha funcionado”, apunta Ángel Saz Carranza, profesor de Esade.

Superado lo peor de la crisis financiera, España no ha sabido sacar réditos diplomáticos a haberse convertido en “una historia de éxito” para la zona euro. En octubre del 2015 se enzarzó en una trifulca con la Comisión Europea por aprobar una bajada de impuestos de cara a las elecciones que derivó en la sanción –finalmente moral, no financiera– del Eurogrupo de este verano por violar las metas de déficit. “Estos avisos tienen un impacto sobre la credibilidad del país. Lo dejan en una posición de debilidad para defender posiciones en otros ámbitos”, opina Willermain, que destaca también el desgaste que ha supuesto pasar casi un año sin gobierno y ausente de muchos foros.

La voluntad de España a seguir avanzando en la integración europea puede ser una baza en el contexto actual de refundación de la Unión con la salida del Reino Unido, sostiene Janning. “La UE actual necesita más que nunca socios que tengan esa disposición para superar las divisiones y los bloqueos. Se debe construir un nuevo núcleo duro político con aquellos países capaces de hacer avanzar la integración, con los 27 estados o en círculos más pequeños si es necesario”, afirma desde Berlín.

Los desafíos actuales en la escena europea (Brexit, refundación interna, cambios en la OTAN) requieren un liderazgo fuerte, advierte Janning. “Tener a alguien con experiencia en el Coreper (las reuniones de embajadores ante la UE) es una baza”,dice del nombramiento de Alfonso Dastis como ministro de exteriores, “pero para ponerse en el centro político, significa dejar atrás las negociaciones de bazar. Hace falta mucho capital político para dar forma al papel de España. Si Rajoy está dispuesto a hacerlo y a dedicar buena parte de su tiempo a esa tarea, un ministro con experiencia pero poco político me parece una buena elección. Si no, no”, reflexiona Janning desde Berlín. Willermain, en cambio, considera una ventaja contar con alguien con experiencia en Bruselas de cara a las negociaciones del Brexit. “Es un tema muy importante para España, también por la cuestión de Gilbraltar, pero hasta ahora se le ha oído poco”, añade.

España está bien situada para participar en la que apunta como la próxima área de integración europea, la defensa afirma Saz Carranza. “Hay un español al frente de la Agencia Europeade Defensa y tiene la dirección general de seguridad del Servicio Europeo de Acción Exterior, dos piezas importantes de a defensa europea. Por ahora es un edificio por construir pero la elección de Donald Trump y el Brexit pueden generar el incentivo exterior que no habido hasta ahora para avanzar. Si eso ocurre, España estará en una posición privilegiada, debería ser una de las líneas prioritarias a seguir”, afirma Saz.

Recuperar la silla perdida en el BCE, el gran reto

La pérdida en enero del 2012 del puesto que España ocupaba en el consejo ejecutivo del Banco Central Europeo desde 1998 fue el golpe más duro que encajó a nivel internacional el anterior gobierno de Mariano Rajoy. La desatención de José Luis Rodríguez Zapatero, la debilidad económica de España o el perfil del candidato presentado, el jurista Antonio Sáinz de Vicuña, son algunas de las causas que se citan en Bruselas y el entorno del BCE para explicar la ruptura del ‘acuerdo entre caballeros’ por el que los cuatro países grandes del euro tendrían una silla permanente, en lugar de rotar como los pequeños y medianos (fue Luxemburgo quien ocupó el lugar dejado por España). El ministro de Economía, Luis de Guindos, aporta otra explicación en su libro España amenazada. Su colega Wolfgang Schäuble le transmitió que Alemania no apoyó al candidato español por el “disgusto” de Angela Merkel con la política económica de Zapatero, dice. “La decisión, me reiteró, estaba tomada. Creo que todavía no he llegado a encajarla, aunque dos años después, Schäuble me garantizó que la primera vacante del BCE sería para España”, asegura Guindos. La posibilidad llegará el 31 de mayo del 2018, la fecha en que cumple el mandato del portugués Vítor Constâncio, vicepresidente del emisor central. El prometido apoyo alemán a Guindos en su apuesta por la presidencia del Eurogrupo no bastó para lograrlo (Jeroen Dijsselbloem renovó sin problemas). Fuentes financieras temen que tampoco ahora el Gobierno esté haciendo el “trabajo de fondo” necesario para reunir el consenso necesario para el éxito de una operación diplomática de tal envergadura. Los repetidos incumplimientos de las metas de déficit y las trifulcas con la Comisión Europea “no son la mejor carta de presentación de España en estos momentos”, advierte el profesor Ángel Saz Carranza (Esade), pero las posibilidades aumentarían “si el año que viene demostramos rigor fiscal y si encontramos un candidato adecuado”.

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