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javier solana | ex alto representante de la UE

“Rajoy tendrá que ponerse las pilas a la velocidad de la luz”

El ex alto representante de la UE asegura que "sin duda" habrá cesión de soberanía y obligaciones mucho más estrictas, algo que "no debe asustar"

Miguel Ángel Noceda
Javier Solana, ex Alto Representante de la UE, en un momento de la entrevista.
Javier Solana, ex Alto Representante de la UE, en un momento de la entrevista.LUIS SEVILLANO

Javier Solana (Madrid, 1942) lleva la política en las venas. Y la ha paseado por el mundo. Antes de encarnar la diplomacia de la Unión Europea como Alto Representante del Consejo para la Política Exterior y de Seguridad Común hasta hace un par de años, fue secretario general de la OTAN y, antes, ministro de Cultura, de Educación, de Asuntos Exteriores y portavoz del Gobierno en los Gobiernos de Felipe González. En la actualidad preside el Centro de Economía y Geopolítica de la escuela de negocios ESADE, donde tiene su periscopio para analizar la crisis económica, la del euro y la del PSOE, y forjar su visión de una situación que considera salvable aunque con sacrificios.

Pregunta. Se le ve muy activo en Twitter, ¿es síntoma de los nuevos tiempos o es que ahora le sobra tiempo?

El reto del Gobierno de Rajoy es encontrar los consensos nacionales que hasta ahora no se han conseguido

Respuesta. Es síntoma de estar implicado en las redes sociales. Como tengo unas redes de información amplias, me gusta compartirlas. Pero no digo que me levanto a las siete y cuándo me como una tortilla. Lo que hago es transmitir y poner en común cosas que veo y vivo.

P. Por ejemplo, la situación actual. Usted ha escrito de la incapacidad de las instituciones para protegernos de la incertidumbre financiera y ha sido muy crítico con la UE. ¿Cree que se ha gestionado mal la crisis?

R. Yo soy muy proeuropeo y no quiero decir cosas negativas sobre este asunto, nada más que las imprescindibles. No quiero contribuir al pesimismo. Pero sí, es verdad que la crisis se ha gestionado con unos ritmos que no se correspondían con la gravedad del problema. Al inicio, sobre todo, no hubo suficiente conciencia de lo que la crisis significaba o bien hubo una incapacidad para gestionarla con la velocidad necesaria. Lo estamos viendo ahora. Creo que si, en el caso de Grecia, se hubieran tomado las medidas oportunas en un tiempo razonable, estaríamos en una situación distinta. Por tanto, ahí hay una responsabilidad, seguramente no querida, pero con consecuencias trascendentales porque los tiempos que se están usando no son los adecuados para resolver la gravedad de la crisis.

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P. ¿Cree que saldremos de la crisis más integrados?

España debe estar en la vanguardia de la UE. No puede limitarse a ser nada más que un observador

R. Saldremos más reforzados, pero teniendo en cuenta que somos 7.000 millones de habitantes y que ha habido una transferencia de poder hacia otros países que no va a volver. No deja de ser dramático que estemos pidiendo a los países emergentes que resuelvan los problemas del mundo desarrollado. Eso nos debe hacer pensar sobre los tremendos cambios que están teniendo lugar y de los que o no somos conscientes o no respondemos como debiéramos.

P. Cada vez el FMI tiene un papel más relevante en la solución de la crisis europea. ¿No es eso un fracaso de Europa?

El PSOE debe girar a la realidad y dar respuestas a la realidad. Y la realidad de hoy no es la de ayer

R. Si los problemas del euro se convierten en globales, no cabe duda de que el último responsable será el FMI. Esperemos que no se dé nunca, pero debe empezar a pensar cómo es capaz de tener los recursos para cubrir las necesidades.

P. ¿Han perdido los políticos la batalla frente a los mercados?

R. No quiero ponerlo en términos de batalla, pero creo que no. Es consecuencia de haber cedido responsabilidad en política. Pero qué duda cabe de que si hubiera habido más coordinación y eficacia, como hubo en las dos primeras cumbres del G-20, sería distinto. Después el G-20 no ha sido capaz de organizarse y cada país ha actuado a su manera contra la recesión. Si no hemos sabido organizarnos los europeos solos, imagínese una organización que es más compleja.

P. Lula dijo en una reciente conferencia en España a la que usted asistió que no tiráramos por la borda un patrimonio de la humanidad como la UE. ¿Tiene esto salida o la UE se rompe? ¿Se va a la Europa de dos velocidades? ¿Es irremediable?

El reto del Gobierno  de Rajoy es encontrar los consensos nacionales que hasta ahora no se han conseguido

R. Europa ya tiene velocidades diferentes. Los que están en la eurozona y los que no están; los que están en Schengen y los que no; Reino Unido y Dinamarca tienen una pierna dentro y otra fuera… El Tratado de Lisboa contempla una cooperación reforzada, que permite que un grupo de países puedan ir más lejos si quieren; y una cooperación estructurada, para la que se necesita cumplir unas condiciones para participar. Es decir, hay que querer y poder. Estaba pensada fundamentalmente para la seguridad; pero la eurozona es una forma de cooperación estructurada porque es para países que quieren y pueden. Y si se refiere a eso, creo que los criterios van a cambiar y a ser más estrictos.

P. A eso me refiero, al euro. Y a si se puede romper.

R. No tiene por qué romperse el euro, pero lo que está claro es que las condiciones de participación en el pacto de estabilidad han sido incumplidas por todos, empezando por Alemania y Francia. La lección hay que aprenderla. Desde el principio se sabía que la eurozona no estaba preparada para choques asimétricos y que poco a poco se iría cambiando la gobernanza. Todo se ha precipitado de tal manera con la crisis que no hubo tiempo. El pacto de estabilidad va a ser mucho más estricto. Si queremos que funcione, tiene que haber mayor rigor en la aplicación de los pactos de estabilidad. Se tratará de hacer un euro sólido en el que estén todos los que quieran y puedan cumplir. Está en el interés de todos, sobre todo en los que quieren avanzar hacia una mayor integración.

P. Y aprendida la lección, ¿qué debe contemplar el nuevo pacto?

R. El acuerdo tiene que encontrar un equilibrio entre cuánta cesión de soberanía hacen los países que quieran seguir en la eurozona y cuánto esfuerzo hace la eurozona para salvar a los países que necesitan ayuda. Creo que es lo que ahora se está negociando; pero sin duda habrá cesión de soberanía y no nos debe asustar. Si queremos más unión, tendremos que hacer más cesión de soberanía. No se puede pedir que se resuelvan los problemas de manera mancomunada y, a la vez, no querer hacer esa cesión. Evidentemente, una consecuencia es que tendrá que haber mayor solidaridad para resolver los problemas. Pero no me cabe la menor duda de que habrá cesiones y obligaciones mucho más estrictas. Y creo que será bueno para todos.

P. ¿Qué le parece el eje Alemania-Francia? ¿Está quedándose España al margen de la nueva arquitectura europea?

España debe estar en la vanguardia de la UE. No puede limitarse a ser nada más que un observador

R. No creo, pero el nuevo Gobierno de Rajoy tendrá que ponerse las pilas a la velocidad de la luz. Muchos de nuestros problemas están en Europa. En la crisis anterior al euro, en los noventa, los problemas estaban aquí y una parte en Europa; ahora es al revés. No podemos resolverlos si no se resuelven también los de Europa.

P. Pero si hay varias velocidades, ¿qué futuro le aguarda a España?

R. Sin duda, debe estar en la primera, en la vanguardia.

P. ¿Qué retos tiene España para ser parte esencial de Europa?

R. España tiene que crecer y de manera diferente. El reto político que tiene es encontrar los consensos nacionales suficientes que hasta ahora no se han conseguido. Hay que buscarlos con una gran generosidad de todos porque está en el interés de todos. También tenemos que volver a tener mayor iniciativa en Europa. España no se puede limitar a ser nada más que un observador. Para eso hay que crear una buena red de contactos y amigos. La Europa que yo conocí no era la selva, no se quedaban sin resolver los problemas, aunque no fuera al 100%.

P. ¿Quiere decir que en los últimos años no hemos tenido muchos amigos o que lo hemos descuidado?

R. No me malinterprete. Quiero hablar en positivo. Lo que es verdad es que la llegada de la nueva generación europea fue demasiado repentina. Llegaron, en general, sin tener todo el conocimiento de lo que había supuesto la construcción europea y sin el factor cohesionante que había representado el anhelo de paz, quizá porque nadie se imagina ahora que pueda no haber paz en Europa. Hoy nos debe cementar también la nueva realidad mundial. En la globalización, pensar que puedes vivir solo es una tontería. Ha pasado en Alemania y en cierta manera también nos pasó a nosotros.

P. ¿Se refiere a nuevas generaciones españolas o europeas en general?

R. Para mí, en general.

El PSOE debe girar a la realidad y dar respuestas a la realidad. Y la realidad de hoy no es la de ayer

P. ¿Cree que Rajoy tiene margen de maniobra para sacarnos de la crisis?

R. Hay experiencia colectiva para saber que eso es una obligación y no hay razón para ponerlo en duda.

P. ¿Debería haber dado prioridad a entrevistarse con dirigentes de la UE o ha hecho bien en ver primero a los banqueros?

R. Tiene obligaciones nacionales y europeas; pero todavía no es presidente del Gobierno. Lo ha llevado con una exquisitez, quizá excesiva a mi juicio, y no ha querido extrapolar sus capacidades nombrado ya a sus interlocutores, lo que no le debía dificultar para enviar mensajeros que estén por todos los sitios. Espero que sea así.

P. ¿Espera…?

R. No lo sé, no tengo por qué saberlo; pero estoy seguro. El sentido común dice que ya debería estar mandando emisarios.

P. “Los débiles, cuando están seguros de que no pueden ganar, pueden lastimar a los más fuertes”. ¿A qué se refería con esta frase? ¿Quiénes son los débiles?

R. Creo que la dije refiriéndome a Corea del Norte, a la que no se la puede abandonar y, a la vez, no se resuelve el problema.

P. Hay quien piensa que la ha repetido para otras referencias y quien sostiene que Zapatero debería haber dimitido en mayo de 2010, después de que corriera el rumor de que España iba a ser intervenida y tomara medidas de ajuste, para dar paso a un Gobierno encabezado por usted. ¿Eso se planteó en algún momento? ¿Habría sido útil para evitar el batacazo del 20-N?

R. Que yo sepa, no se planteó, y en cualquier caso, me hubiera parecido un disparate. Yo lo que sí he dicho es que aquel era un momento para una moción de confianza. El liderazgo político tenía que haber dado mayor dramatismo a la situación porque, a mi entender, el país no era consciente ni de la gravedad de la crisis ni de la importancia que tiene Europa para ayudar a resolverla, hasta aquel fin de semana de mayo.

P. ¿Cómo valora los ocho años de Zapatero?

R. Ya llegará el momento de la valoración. Ahora no. Pero ya he dicho lo anterior, que es bastante. Y lo digo con cariño.

P. Da la sensación de que Zapatero no aprovechó su experiencia.

R. Honestamente, no creo que la generación de la que formo parte estaba llamada a participar en un país con una tendencia a moverse con las más nuevas. Además, a mí me encargó, nada más volver de Bruselas, la primera estrategia de seguridad de este país. Y la hice con gran consenso de todos. La crisis económica lo ha tapado, pero ahí queda un trabajo y la forma como se hizo, de hacer realidad que la seguridad es responsabilidad de todos, no solo de los militares.

P. ¿Qué ha hecho mal el PSOE en esta campaña?

R. Me parece que Rubalcaba se merece un reconocimiento democrático por la forma de asumir una responsabilidad en un momento tan difícil para el partido y por la generosidad con la que lo ha hecho. Debe ser reconocido no solo por sus votantes, sino por los demás. Me parece que se debe respetar a un político que se faja cuando las condiciones son adversas. Pero creo que hay una falta exagerada de respeto a las personas que se dedican a las personas.

P. ¿Va a jugar usted algún papel en el próximo congreso del PSOE?

R. No. No estoy ya… He pasado ya a otro estadio. Sigo siendo una persona entregada al país con vocación política. Me gusta estar activo. Enseño, hablo, tuiteo… pero no.

P. ¿El partido socialista debe girar a la izquierda o al centro?

R. A donde debe girar es a la realidad y dar respuestas a la realidad. Y la realidad de hoy no es la de ayer. Hay una poesía de [José Ángel] Valente que yo uso mucho y dice: “Lo peor es pensar que tenemos razón por haberla tenido, la razón se gana”. Eso es lo que hay que hacer, lo demás es tontería. Así es mi vida, siempre he tratado de ajustarme a las realidades. Soy de ciencias y si se mueve el paisaje, que además has ayudado a crear, te tienes que mover. Lo que es absurdo es quedarse anclado. Te vas quedando solo.

P. ¿Cree que los socialistas tienen que ponerse a gritar “Viva España” para que les voten como sugirió Bono?

R. Para que te voten, lo que hay que hacer es gritar menos y argumentar más.

P. ¿Y ve a un catalán al frente del PSOE?

R. Por supuesto.

P. ¿Le parece que se ha perdido calidad política? ¿Qué faltan políticos con mayúsculas, como también dijo Lula? Por ejemplo, el Gobierno de Felipe González del que usted formó parte tenía un nivel que ahora no se ve o no se nota. ¿A qué cree que se debe?

R. Era una situación muy especial, pero a algunos les hubieran llamado tecnócratas de manera despectiva. A mí me gustó mucho lo que dijo Lula y cómo lo dijo. Y lo comparto.

P. Una de sus preocupaciones actuales más profundas es la energía. ¿Ha tirado la toalla en otros retos más políticos?

R. Siempre he estado en la energía. No solo por ser físico, sino porque en la UE tuve que hacer muchos papeles sobre energía.

P. ¿Qué significa gobernar la energía?

R. Si hay un problema global por excelencia aparte del financiero, es el que tiene que ver con la energía y el cambio climático, pero la crisis económica le ha hecho perder prioridad. Ser capaces de gobernarlo bien es una parte fundamental de la gobernanza mundial en sus aspectos económicos y humanos. Que haya paz y estabilidad en el mundo energético es fundamental para la economía global. La energía en general, también el agua, ha sido causa de muchas guerras y catástrofes, y, por tanto, gobernar eso bien es clave. No se debe olvidar que la energía tiene una distribución geográfica muy particular: los consumidores no están donde están los productores y estos cambian con los nuevos descubrimientos tecnológicos. Si, además, sumamos que no tenemos más que un planeta y que no hay plan B porque no hay un planeta B, cada vez es más urgente que se trabaje de manera coordinada y global.

P. ¿Servirá de algo la cumbre de Durban?

R. Para algo servirá sin duda, aunque a mí me hubiera gustado que sirviera más. Pero es un paso adelante. Se decía que de esta crisis saldríamos por el color verde, pero ha pasado a segundo plano por la crisis.

P. ¿Y de qué color saldremos, negro o blanco nuclear?

R. El tsunami de Japón se llevó vida y haciendas, pero también una buena parte de la confianza en la energía nuclear. Que esto pase en el país más sofisticado del mundo, el que tiene más robots que emigrantes, produce una desconfianza que tardará mucho tiempo en curarse. Pero si, a la vez que sube la demanda, queremos tener un planeta habitable, hace falta un mix energético. Eso significa que algo de energía nuclear tiene que haber. ¿Cuánta?, no lo sé. Si lo queremos hacer compatible con las emisiones de CO2, no quedará otro remedio.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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