China, un enano militar frente a Estados Unidos

China permanece a años luz de alcanzar el gasto militar estadounidense: mientras EE.UU. gasta al año 700.000 millones en defensa, China tan sólo gasta 120.000 millones. Por lo tanto, es una exageración presentar este crecimiento como una “carrera armamentística” de la potencia asiática.

The Economist publicó este gráfico sobre el gasto en defensa en el que se puede observar cómo  los 698.000 millones de dólares que gastó Estados Unidos en 2010 equivalen al  gasto de los 17 países que le siguen en la lista juntos, representando casi el 43% del gasto mundial sobre un total de 1,6 billones de dólares. Sin embargo, en el último año hemos venido recibiendo mensajes insistentes acerca del acelerado crecimiento del gasto militar de China, de la magnitud de su ejército o de su modernización. ¿De dónde proceden estos mensajes alarmistas?

Este lunes 5 de marzo, ABC publicaba un artículo en el que se anunciaba que China aumentará este año un 11,2% su gasto militar, lo cual, decía, “suele ser motivo de controversia con Estados Unidos.” Durante la 48a Conferencia de Seguridad de Múnich  (del 3 al 5 de febrero de 2012) se abordó el crecimiento militar del gigante asiático. El País publicó un artículo el pasado 5 de febrero titulado “La carrera de armas se desata en el sureste asiático” en el cual se reproducían las palabras del ministro de Exteriores australiano, Kevin Rudd durante dicha Conferencia, quien aseguró que “aunque no se hable mucho de ello, pronto China será también el primer inversor militar”. El artículo decía que China ha incrementado su gasto militar en un 189% entre 2001 y 2010, -según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo-, y que esta tendencia podría representar una amenaza a largo plazo.  A continuación mostraba este gráfico:

En él se observa a primera vista cómo pese al acelerado crecimiento del gasto militar de China, ésta permanece a años luz de alcanzar el gasto militar estadounidense -el gráfico de la izquierda señala que mientras EE.UU. gasta al año 700.000 millones en defensa, China tan sólo gasta 120.000 millones-. Por lo tanto, es una exageración presentar este crecimiento como una “carrera armamentística” de la potencia asiática.

El artículo de ayer de ABC recogía la justificación de Li Zhaoxing al respecto del aumento del 11,2%  (que es ligeramente inferior al del año pasado, el cual representaba un 12,7%): “tenemos un vasto territorio y una larga línea costera, pero nuestro presupuesto en Defensa sólo representa un 1,3 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de 2011 y es relativamente bajo en comparación con otras potencias como Estados Unidos”, que destina al Pentágono un 4,8 por ciento de su PIB.

Obama anunciaba el 5 de enero de 2012 que la orientación geoestratégica de EE.UU. se ha redefinido; la revisión de la estrategia enfatiza la atención a la región de Asia, y se aparta de guerras prolongadas y campañas terrestres como las de Afganistán e Irak, -en noviembre de 2011, también se anunció que 2.500 soldados de Infantería de Marina se estacionarían en el norte de Australia-. A la vez que anunciaba en enero su presencia en Asia, Obama aseguraba que se reducirá y “optimizará” la eficiencia de las Fuerzas Armadas, y que habrá recortes, sobre todo, en Infantería de Marina y en el Ejército. (El contingente activo del Ejército de Tierra, de 565.000 efectivos se disminuirá a 490.000 en 2017, y se invertirá en unidades especiales, sistemas aéreos no tripulados y en ciberseguridad). Parece que para poder criticar el gasto armamentístico en China, EEUU debe aplicarse primero el cuento.

En este contexto, algunos investigadores han venido defendiendo un tipo de discurso, y es el de que  China aún no se comporta de forma “responsable” en la Sociedad Internacional -así lo declaraba Mark Leonard en una entrevista durante las jornadas del Stockholm China Forum, sobre la cual publicamos un post . François Godement, especialista en China y en relaciones del Este de Asia e investigador de ECFR, opina en A global China Policy que este comportamiento “irresponsable” o “poco complaciente con Estados Unidos” viene indicado por las reservas de Pekín a la hora de cooperar en asuntos clave para Washington como Irán o Corea del Norte. Nika Prislan, también investigadora de ECFR, opina que hay que recelar de un hipotético ascenso pacífico de China: “basta con observar cómo actúa con sus vecinos para albergar dudas acerca de su supuesto ascenso pacífico”. Estos pensadores son críticos con la actuación de China en ámbitos tan diversos como los derechos humanos, la falta de alianzas estratégicas con Occidente, la competencia desleal económica, etc. China es un actor a menudo impredecible, opaco y “rebelde” en la sociedad internacional, no obstante en  Godement en su publicación considera que: “el drástico giro en la manera de percibir a China refleja más un cambio de actitud entre los líderes de opinión occidentales que una repentina y agresiva transformación de la política china.” ¿Es este cambio de actitud es provocado por una amenaza real, o la amenaza es sólo una estrategia justificadora para contener el ascenso de China?

Otra línea de trabajo es la de pensadores que opinan que China no puede ser una potencia hegemónica, y su ascenso anuncia la llegada de un mundo multipolar. El profesor de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid, Mario Esteban, así lo expresa: “La gente exagera mucho las capacidades de China. Nadie sabe lo que quiere, pero la cuestión es ¿qué puede hacer?”. El profesor opina que “hoy  por hoy, la competencia de Estados Unidos y China no se debe tanto a que China llegue a ser una potencia equiparable a Estados Unidos (lo cual parece poco probable) sino más bien a la pérdida de la hegemonía de EE.UU. el un mundo más multilateral”. En esta línea de pensamiento que califico de “realista”, cabe mencionar  un interesante artículo de la revista Foreign Affairs titulado “The Rise of China and the Future of the West”, escrito por John G. Ikenberry, el cual sostiene que si bien China se volverá poderosa y ya está en ascenso, el arma estratégica más poderosa de Estados Unidos es la capacidad para decidir qué clase de orden internacional estará instaurado para acogerla. Este autor sostiene que China no tiene la capacidad de romper las reglas de una Sociedad Internacional tan sólida como la actual, y señala la apertura de un interesante debate acerca de la postura que se debe adoptar EEUU frente al crecimiento económico y militar de China.

Nuestro director, José  Ignacio Torreblanca, reproduce dicho debate en un artículo en El País bajo el título “¿Qué hacer con China?”, y dentro del mismo,  la opinión de los partidarios de “acomodar el ascenso de China” quedaría, según Torreblanca, definida por esta lógica: “el papel de EE UU debe ser el lograr socializar a China y convertirla en una potencia responsable, tanto en lo económico, abriendo sus mercados, dejando fluctuar su divisa, como en lo relativo a la gobernanza global, contribuyendo a la seguridad internacional y adaptando su ayuda al desarrollo a las normas internacionales”.

Este debate cobra importancia a raíz de la visita del vicepresidente chino Xi Jinping –quien se espera que asuma la presidencia de China en marzo de 2013- a Obama el pasado 14 de febrero, a la cual se hace referencia en dicho artículo. Durante este encuentro Obama señaló que los dos países tienen la oportunidad de mejorar sus “lazos estratégicos”, y de manejar las posibles tensiones “de manera constructiva» tras señalar que EE.UU. “da la bienvenida al ascenso pacífico de China». Por su parte, Xi indicó que su país desea construir una «sociedad cooperativa (con EE.UU.) basada en el respeto y los intereses mutuos» e invitó al presidente Obama a hacer una visita oficial a China. De estas declaraciones se concluye que al menos, el próximo líder chino está más abierto al diálogo e interesado en tener una relación más cooperativa que la actual, y que tal vez dentro de Estados Unidos se esté gestando un nuevo tipo de estrategia en la cual se “invite” a China a formar parte de una Sociedad Internacional conforme ésta vaya dando muestras de que sabe comportarse  como se espera que se comporte.

Pueden consultar aquí la última edición de “China Analysis” de ECFR: China Analysis: Facing the risks of the 'going out strategy', que explora la huella financiera de Pekín en el extranjero y pone de relieve las preocupaciones de los inversores chinos y analistas políticos.

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